Full text: Las tribulaciones de un chino en China (4,7)

  
  
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—0h! dijo William J. Bidulph con gran serent= 
dad, ese temor no existe jamás en los clientes de la 
Centenaria. Su mismo nombre lo indica. Asegurarse 
en su compaíí es tomar patente de larga vida. Es 
muy raro que nuestros clientes no vivan por lo me- 
nos cien años... Muy raro... muy raro... Por su pro- 
io interés deberiamos quitarles la vida... Por eso 
hacsinos tantos y tan grandes degocios. Así, pues, 
prevengo á usted que asegurarse en la Centenaria 
es tener casi la certidumbre de vivir cien años. 
-—¡Ah! dijo tranquilamente Kin-Fo, dirigiendo una 
mirada fria 4 William J. Bidulph. 
El agente principal, serio como un ministro, no 
parecia dispuesto á chancearse. 
- ——De todos modos, repuso Kin-Fo, deseo asegurar- 
me por 200,000 duros. ue 10 
- Capital, 200,000 duros, dijo William J. Bidulph 
escribiendo en un cuaderno aquella suma, cuya im- 
portancia no le hizo siquiera pestañear. 
Ya sabe usted, añadió, que el seguro es nulo y 
todas las primas pagadas, cualquiera que sea su nú- 
mero, quedan á favor de la compañía, si la persona 
OBRAS DE JULIO VERNE 
Kin-Fo, con unas tijeras bien afiladas, cortó á Sun la punta de la coleta. 
  
  
    
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asegurada pierde la vida á manos del que debe obte: 
ner los beneficios del contrato. 
—Lo sé. : 
: pe E contra qué riesgos quiere usted asegurar su 
vida 
—Contra todos. 
— ¿Tambien los riesgos de viaje por tierra y E 
mar y los de residencia fuera de los límites del 
leste Imperio? 
—Sí señor. 
E los de una condenacion judicial? 
í señor. 
—, Y los de un desafío? 
—Sí señor. 
—¿Y los del servicio militar? 
—Si señor. 
—Entonces las primas serán bastan/,altas. 
—Pagaré lo que sea necesario. 
_—Adelante. ó 
—Pero, añadió Kin-Fo, hay otr, riesgo muy 1% 
portante del cual no he hablado á « ted, 
—¿Y cual es? 
A —Á 
 
	        
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