LAS TRIBULACIONES DR UN OHMINO EN CHINA
fa marcna , iba un peloton de exploradores seguido
de alabarderos dispuestos en dos filas y llevando las
alabardas apoyadas en las bandoleras.
Despues iba un grupo de oficiales de elevada cate-
goría desplegando el quitasol amarillo con volantes
adornados del dragon, que es el emblema del empe=
rador, como el fénix lo es de la emperatriz.
Enseguida se presentó el palanquin cuyas cortinas '
de seda amarilla iban levantadas, sostenido por diez :
y seis conductores de túnicas rojas sembradas de ro-
sas blancas y chalecos de seda labrada. Escoltaban el
vehículo imperial varios. príncipes de la sangre y al-
tos dignatarios, cabalgando en caballos enjaezados de '
seda amarilla, señal de la primera nobleza.
En el palanquin iba medio tendido el Hijo del Cie
lo, primo del emperador Tong-Che y sobrino del
príncipe Kong. e
Despues del palanquin iban palafreneros y con-
ductores de repuesto; y por último toda aquella co-
mitiva desapareció por la puerta de Tien con gran
satisfacción de los transeuntes, mercaderes y men-
digos que pudieron entregarse de nuevo á sus ocu-
paciones.
La silla de Le-u continuó, pues, su camino y la
dejó en su casa despues de una ausencia de dos
horas.
¡Ah, qué sorpresa habia preparado la buena diosa -
Koanine á la jóven viuda!
En el momento en que se detenia la silla, un car-
ruaje cubierto de polvo y tirado por dos mulas, aca-
baba de pararse cerca de la puerta, y de aquel
carruaje bajó Kin-Fo seguido de Craig, de Fry y
de Sun. as
—;¡Usted, usted! exclamó Le-u sin poder creer á
sus ojos, AA
—¡Querida hermanita menor! respondió Kin-Fo;
no podia usted dudar de mi regreso. :
Le-u no respondió. Tomó la mano de su amigo y
le llevó hasta el tocador delante del pequeño aparato
fonográfico, discreto confidente de sus penas.
- —No he cesado un instante de esperar á usted,
querido corazon bordado de flores de seda.
Y separando el cilindro ,empujó el resorte y le
uso en movimiento. Kin-Fo pudo oir entonces una
ulce voz, que repetia lo que la tierna Le=u habia
dicho pocas horas antes. Ea
«Vuelve, hermanito querido. Vuelve á mi lado;
que-no se separen nuesiros corazones como no se se-
paran las dos estrellas del Pastor y de la Lira. Todos
mis pensamientos se cifran en tu vuelta...»
El aparato se calló por un segundo, nada mas que
por un segundo y despues continuó, pero esta vez
con voz chillona: - SAS:
«No basta tener un ama, sino que dentro de poco
habrá un amo en la casa. Que el príncipe Yen los es-
trangule á los dos.» — - S ,
Aquella voz era muy fácil de conocer por ser lá de
Nan. La desagradable vieja habia continuado ha-
blando despues de la marcha de Le-u mientras el
aparato funcionaba todavía; el cual recogió, sin que
ella lo strpiese, sus imprudentes palabras. Ss
_Criados y criadas, desconfiad de los fonógrafos.
Aquel mismo dia Nan fue despedida; y para po-
nerla á la puerta, no esperaron sus amos los últimos
dias de la sétima luna. MS
CAPITULO XV.
EL CUAL RESERVA CIERTAMENTE UNA SORPRESA A KIN
AU FO' Y QUIZA AL LECTOR. ao Ds
_ Nada se oponia ya al matrimonio del rico Kin-Fo
de Shang-Hai con la amable Le-u de Peking. No fal=
taban mas que seis dias para que terminara el plazo
dado á Wang para cumplir su promesa; pero el des.
.
V
!
1
47
graciado filósofo habia pagado con la vida su fuga
inexplicable y no habia ya nada que temer por este
lado. El matrimonio podia, por consiguiente, efec=
tuarse, y se fijó para aquel mismo dia, 25 de junio,
que Kin-Fo habia señalado en otrr, tiempo como úl=
timo de su existencia.
La jóven conoció entonces toda la situacion y Ste
po por qué fases diversas acababa de pasar el hombre
que no queriendo al principio hacerla miserable, ni
despues hacerla viuda, volvia libre, en fin, 4 hacerla
dichosa.
Pero Le-u al saber la muerte del filósofo no pudo
contener algunas lágrimas. Le conocia, le tenia afec-
to, habia sido el primer confidente de su cariño á
Kin-Fo. :
—¡Pobre Wang! dijo. ¡Faltará alguna cosa á nues-
tro matrimonio!
—Sí, respondió Kin-Fo, que tambien echaba de
menos al compañero de su juventud, al amigo de
veinte años. Y sin embargo, añadió, me habria muer-
to como lo habia prometido.
quizá ha buscado la muerte en las aguas del Pei-ho
para no cumplir esa horrible promesa.
—¡Ah! aquella hipótesis era demasiado admisible;
Wang habia quer ahogarse para eludir la obliga-
cion de cumplir su juramento. Sobre este punto Kin-
Fo pensaba lo mismo ce la jóven. Aquellos dos co=
razones conservaban el recuerdo indeleble del filóso-
fo. Escusado es decir que, á consecuencia de la ca-
tástrofe de Pali Kao los periódicos chinos cesaron de
reproducir los anuncios ridículos del ilustre William
3. Bidulph; de manera que la incómoda celebridad
de Kin-Fo se desvaneció con tanta presteza como se
habia creado. E :
¿Y que iba á ser de Craig y de Fry? Estaban en-
cargados de defender los intereses de la Centenaria
hasta el 30 de Junio; es decir, durante diez dias to=
davía; pero en realidad Kin-Fo no tenia ya necesi-
dad de sus servicios. ¿Era de temer que Wang aten-
tase á su persona? No, pues que no existia. ¿Podian
temer que su cliente dirigiese contra sí mismo una
mano criminal? Tampoco: Kin-Fo no queria ya: mas
que vivir y vivir bien y el mayor tiempo posible,
Asi, pues, la incesante vigilancia de Craig y de Fry
no tenia razon de ser. Pero eran dos buenas perso=
nas aquellos dos entes originales; y si su adhesion en
último resultado no se dirigía mas que al cliente de
la Centenaria, no por eso habia dejado de ser cons-
tante y sincera. Kin-Fo les rogó que asistiesen á su
boda y ellos accedieron.
—Por lo demás , observó
Craig,
cidio,
- —Da uno la vida sin dejar de conservarla, res-
pondió Craig con una sonrisa amable. ve
Desde el dia siguiente por la mañana, Nan habi
placenteramente Fry á
Cua por un personal mas conveniente. Una tia de la
jóven, llamada la señora Lutalu, debia hacer los ofi-
La señora Lutalu , viuda de un mandarin de cuarta
categoría, segunda clase y boton azul, antiguo lector
imperial é individuo de la Academia de Han-Sin, po-
| seia todas las cualidades físicas y morales exigidas
unciones. ; : pos
- - En cuanto á Kin-Fo, pensaba salir de Peking in=
mediatamente despues de su matrimonio, porque no
ode desempeñar dignamente aquellas importantes
en el rico yamen de Shang-Hai.
Eligió una habitacion provisional en
e
—No, no, dijo Le-u moviendo su linda cabeza; '
un matrimonio es algunas veces un sui-
sido reemplazada en la casa de la carrera de Cha--
cios de madre hasta la celebracion del matrimonio, -
era de esos chinos que gustan vivir á la inmedia-
| cion de las córtes; y no se consideraria verdadera-
mente feliz sino cuando viese á su esposa instalada
el Tien-Fu-, ]
- Tang, templo de la Dicha Celeste, fonda y pastelería