Full text: Las tribulaciones de un chino en China (4,7)

LAS TRIBULACIONES DR UN OHMINO EN CHINA 
fa marcna , iba un peloton de exploradores seguido 
de alabarderos dispuestos en dos filas y llevando las 
alabardas apoyadas en las bandoleras. 
Despues iba un grupo de oficiales de elevada cate- 
goría desplegando el quitasol amarillo con volantes 
adornados del dragon, que es el emblema del empe= 
rador, como el fénix lo es de la emperatriz. 
Enseguida se presentó el palanquin cuyas cortinas ' 
  
de seda amarilla iban levantadas, sostenido por diez : 
y seis conductores de túnicas rojas sembradas de ro- 
sas blancas y chalecos de seda labrada. Escoltaban el 
vehículo imperial varios. príncipes de la sangre y al- 
tos dignatarios, cabalgando en caballos enjaezados de ' 
seda amarilla, señal de la primera nobleza. 
En el palanquin iba medio tendido el Hijo del Cie 
lo, primo del emperador Tong-Che y sobrino del 
príncipe Kong. e 
Despues del palanquin iban palafreneros y con- 
ductores de repuesto; y por último toda aquella co- 
mitiva desapareció por la puerta de Tien con gran 
satisfacción de los transeuntes, mercaderes y men- 
digos que pudieron entregarse de nuevo á sus ocu- 
paciones. 
La silla de Le-u continuó, pues, su camino y la 
dejó en su casa despues de una ausencia de dos 
horas. 
¡Ah, qué sorpresa habia preparado la buena diosa - 
Koanine á la jóven viuda! 
En el momento en que se detenia la silla, un car- 
ruaje cubierto de polvo y tirado por dos mulas, aca- 
baba de pararse cerca de la puerta, y de aquel 
carruaje bajó Kin-Fo seguido de Craig, de Fry y 
de Sun. as 
—;¡Usted, usted! exclamó Le-u sin poder creer á 
sus ojos, AA 
—¡Querida hermanita menor! respondió Kin-Fo; 
no podia usted dudar de mi regreso. : 
Le-u no respondió. Tomó la mano de su amigo y 
le llevó hasta el tocador delante del pequeño aparato 
fonográfico, discreto confidente de sus penas. 
- —No he cesado un instante de esperar á usted, 
querido corazon bordado de flores de seda. 
Y separando el cilindro ,empujó el resorte y le 
uso en movimiento. Kin-Fo pudo oir entonces una 
ulce voz, que repetia lo que la tierna Le=u habia 
dicho pocas horas antes. Ea 
«Vuelve, hermanito querido. Vuelve á mi lado; 
que-no se separen nuesiros corazones como no se se- 
paran las dos estrellas del Pastor y de la Lira. Todos 
mis pensamientos se cifran en tu vuelta...» 
El aparato se calló por un segundo, nada mas que 
por un segundo y despues continuó, pero esta vez 
con voz chillona: - SAS: 
«No basta tener un ama, sino que dentro de poco 
habrá un amo en la casa. Que el príncipe Yen los es- 
trangule á los dos.» — - S , 
Aquella voz era muy fácil de conocer por ser lá de 
Nan. La desagradable vieja habia continuado ha- 
blando despues de la marcha de Le-u mientras el 
aparato funcionaba todavía; el cual recogió, sin que 
ella lo strpiese, sus imprudentes palabras. Ss 
_Criados y criadas, desconfiad de los fonógrafos. 
Aquel mismo dia Nan fue despedida; y para po- 
nerla á la puerta, no esperaron sus amos los últimos 
dias de la sétima luna. MS 
CAPITULO XV. 
EL CUAL RESERVA CIERTAMENTE UNA SORPRESA A KIN 
AU FO' Y QUIZA AL LECTOR. ao Ds 
_ Nada se oponia ya al matrimonio del rico Kin-Fo 
de Shang-Hai con la amable Le-u de Peking. No fal= 
taban mas que seis dias para que terminara el plazo 
dado á Wang para cumplir su promesa; pero el des. 
. 
V 
! 
1 
47 
graciado filósofo habia pagado con la vida su fuga 
inexplicable y no habia ya nada que temer por este 
lado. El matrimonio podia, por consiguiente, efec= 
tuarse, y se fijó para aquel mismo dia, 25 de junio, 
que Kin-Fo habia señalado en otrr, tiempo como úl= 
timo de su existencia. 
La jóven conoció entonces toda la situacion y Ste 
po por qué fases diversas acababa de pasar el hombre 
que no queriendo al principio hacerla miserable, ni 
despues hacerla viuda, volvia libre, en fin, 4 hacerla 
dichosa. 
Pero Le-u al saber la muerte del filósofo no pudo 
contener algunas lágrimas. Le conocia, le tenia afec- 
to, habia sido el primer confidente de su cariño á 
Kin-Fo. : 
—¡Pobre Wang! dijo. ¡Faltará alguna cosa á nues- 
tro matrimonio! 
—Sí, respondió Kin-Fo, que tambien echaba de 
menos al compañero de su juventud, al amigo de 
veinte años. Y sin embargo, añadió, me habria muer- 
to como lo habia prometido. 
quizá ha buscado la muerte en las aguas del Pei-ho 
para no cumplir esa horrible promesa. 
—¡Ah! aquella hipótesis era demasiado admisible; 
Wang habia quer ahogarse para eludir la obliga- 
cion de cumplir su juramento. Sobre este punto Kin- 
Fo pensaba lo mismo ce la jóven. Aquellos dos co= 
razones conservaban el recuerdo indeleble del filóso- 
fo. Escusado es decir que, á consecuencia de la ca- 
tástrofe de Pali Kao los periódicos chinos cesaron de 
reproducir los anuncios ridículos del ilustre William 
3. Bidulph; de manera que la incómoda celebridad 
de Kin-Fo se desvaneció con tanta presteza como se 
habia creado. E : 
¿Y que iba á ser de Craig y de Fry? Estaban en- 
cargados de defender los intereses de la Centenaria 
hasta el 30 de Junio; es decir, durante diez dias to= 
davía; pero en realidad Kin-Fo no tenia ya necesi- 
dad de sus servicios. ¿Era de temer que Wang aten- 
tase á su persona? No, pues que no existia. ¿Podian 
temer que su cliente dirigiese contra sí mismo una 
mano criminal? Tampoco: Kin-Fo no queria ya: mas 
que vivir y vivir bien y el mayor tiempo posible, 
Asi, pues, la incesante vigilancia de Craig y de Fry 
no tenia razon de ser. Pero eran dos buenas perso= 
nas aquellos dos entes originales; y si su adhesion en 
último resultado no se dirigía mas que al cliente de 
la Centenaria, no por eso habia dejado de ser cons- 
tante y sincera. Kin-Fo les rogó que asistiesen á su 
boda y ellos accedieron. 
—Por lo demás , observó 
Craig, 
cidio, 
- —Da uno la vida sin dejar de conservarla, res- 
pondió Craig con una sonrisa amable. ve 
Desde el dia siguiente por la mañana, Nan habi 
placenteramente Fry á 
Cua por un personal mas conveniente. Una tia de la 
jóven, llamada la señora Lutalu, debia hacer los ofi- 
La señora Lutalu , viuda de un mandarin de cuarta 
categoría, segunda clase y boton azul, antiguo lector 
imperial é individuo de la Academia de Han-Sin, po- 
| seia todas las cualidades físicas y morales exigidas 
unciones. ; : pos 
- - En cuanto á Kin-Fo, pensaba salir de Peking in= 
mediatamente despues de su matrimonio, porque no 
ode desempeñar dignamente aquellas importantes 
en el rico yamen de Shang-Hai. 
Eligió una habitacion provisional en 
  
e 
—No, no, dijo Le-u moviendo su linda cabeza; ' 
un matrimonio es algunas veces un sui- 
sido reemplazada en la casa de la carrera de Cha-- 
cios de madre hasta la celebracion del matrimonio, - 
era de esos chinos que gustan vivir á la inmedia- 
| cion de las córtes; y no se consideraria verdadera- 
mente feliz sino cuando viese á su esposa instalada 
el Tien-Fu-, ] 
- Tang, templo de la Dicha Celeste, fonda y pastelería 
 
	        
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