60 OBRAS DE JULIO VERNE
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Los dos agentes, acercándose, escucharon deteniendo la respiración,
cerrado en su Cámara, no se habia vuelto 4 presentar.
Esperaba sin duda la hora convenida con los compa-
ñeros de Lao Sen.
4 —No tay un instante que perler, dijeron Craig y
Ty.
La dos agentes no se crelan menos amenazados
que si estuvieran á bordo de un brulote lanzado á
sita mar y con mecha encendida.
El junco parecia á la sazon abandonado: un solo |
merinero dormia á proa.
Craig y Fry pasaron al camarote de Kin-Fo.
Kin-Fo dormia.
La presion de una mano le despertó.
—¿Qué me quieren? dijo.
- En pocas palabras Kin-Fo fue puesto al corriente
de la situacion. Su valor y su serenidad no le aban-
donaron y exclamó: Pe :
—Arrojemos todos esos falsos cadáveres al mar.
- —Magnífica idea; pero absolutamente impractica-
ble dada la complicidad del capitan Yin y con pasa-
joros de la bodega.
-—¿Qué hacer entonces?
—Ponerse esto, respondieron Fry y Craig.
Y abriendo uno de los bultos de su equipaje em-
barcado en Tong-Cheu, presentaron á su cliente uno
| de esos maravi losos aparatos náuticos inventados
' por el capitan Buyton. La maleta contenia además
tres aparatos semejantes con los diferentes utensilios
que los completaban y los convertian en máquinas de
salvamento de primer órden. :
—Adelante, dijo Kin-Fo; busquen ustedes á Sun.
- Un instante despues, Fry llevaba á Sun completa-
mente estupefacto Fue preciso vestirle y él dejó ma-
quinalmente que hicieran lo que quisiesen, no ma-
“nifestando su pensamiento sino conayes que partian
el alma.
A las ocho Kin-Fo y sus compañeros estaban pron-
tos. Parecian cuatro focas del mar Glacial dispuestas
á sumergirse, no obstante que la foca Sun hubiera
dao al espectador una idea poco ventajosa de la ad=
mirable flexibilidad de estos mamíferos marinos: tan
0 y blanducho parecia en su vestido insumer-=
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y Ya comenzaba á estenderse la sombra de la noch
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