mm EU
do que así que los tuvo en su poder, aceleró su apresto de viaje y sále de Roma,
no sin que antes lo hubiera bendecido el cardenal. Viajaba á cortas jornadas:
cómodamente llegó por último á Turin donde su estrella estuvo á punto de
eclipsarse. Apenas se habia apeado del carruaje cuando un ajente de policía
le pidió sus documentos. :
—Me equivocais sin duda, replicó el bandido,'eso no se pide al, que posee la
confianza y la amistad del cardeual Fesch. :
—Precisamente por aviso del cardenal es por lo que lo hago.
Todo:se ha descubierto amiguito, y sé que trais una suma de mas de 300,000“
francos. Loque no camprendo, señor ladron;es como despues de un negocio tam -
bueno viajais á pequeñas jornadas.
Collel conoció que toda la audacia seria inútil pues que estaba descubier=
to y tambien enterado , y se decidió 4 hablar con franqueza al comisario, di-
ciéndole:
—Puesto que todo lo sabeis, debiérais tambien saber que nose prende á un
hombre tan fácilmente, cuando este es dueño de 300,000 francos.
El comisario soltó una carcajada que no desconcertó á Collet.
-—No se le prende, continuó Gollet, cuando el hombre está dispuesto. á ce-
gar al otro sacrificando mil luises.
—0h! sois muy lisonjero.».. .
—Pues bien, tomad; y sacando de su cofre mil piezas de. á 20 francos, las
entregó al agente de po'icía que salió diciendo que no habia tratado en'su vida
otro hombre tan bueno.
Diez minutos despues, Collet se dirigia rápidamente á Lugano.
CAPITULO, 1V.
Donde se dice mil curiosidades que podrá saber el que lo lea.
Boo tuvo necesidad Collet de pasar algunas: horas en Mandovi para trasfor=
mar todo su:tren: compró un traje de teniente general , Uno de obispo y otro
de simple sacerdote; contrahace los papeles. necesarios para ser tenido por un
sacerdote de Nápoles, con cuyo carácter entró en Lugano. En esta ciudad des-
cansó algunas horas, no haciendo alarde del oro, por mo hacer recaer sospe-
chas sobre él. Cuando ya se ¡uzgaba seguro para abandona» su retiro, se enca-
minó:4 Francia. En Brianzon recibe al clero-de la ciudad, les habló, y 'aquellos
sacerdotes se admiraban de que un sacerdote napolitano hablase tan correcta -
mente francés. Collet les mostró su acta de eclesiástico, esto era suficiente pa-
ra destruir la mas grave sospecha, y aquellos buenos eclesiásticos para hacer
los honores de su iglesia á su hermano de Nápoles, le rogaron que dijese la mi-
sa mayor al dia siguiente, que era domingo.
4 Ñ 8
Pe.