Full text: La torre de Nesle

20. 
  
  
solistas EÉ ASIN 
  
  
  
   
rmdán te Ea vradido-—dijo Mabel, 
«frialdad. 
; Que se ha evadido!-—repitió burlona" 
finente Valois—, Estás loca. Pero no es de 
eso de... 
:——Buridán salvará a Mirtila, de quien 
tú, perjuro, te has apoderado, a pesar de 
tu juramento... 
«—¡Oh! ¿Eres verdaderamente hechice- 
£3?...—Mmurmuró Valois, retrocediendo. 
-—Buridán se casará con Mirtila—aña- 
dió Mabel. 
—¡Te engañas!-—rugió Valois con voz 
trémula de rabix y de Mniedo— Si ese 
Buridán está libre, lo cual no creo, los ar- 
queros del preboste no tardarán en pren- 
derle. Y puesto que tu maldita ciencia te 
ha permitido adivinar que tengo en mi 
poder a esa doncella, adivina, hechicera, 
lee en el porvenir, mira esos espejos in- 
fernales que te permiten ver lo porvenir, y 
verás a Buridán ahorcado, a Mirtila en 
mis brazoS... 
“Tú devolverás la libertad a Mirtila-= 
fijo Mabel, con la misma frialdad que 
exasperaba y aterraba a Valois. 
- El conde lanzó una carcajada y 8e diri 
gió hacia la puerta. 
j “Mo obedecerás! -— rugió Mabel —=, 
¡Porque tengo derecho a darte órdenes, 
Carlós de Valois! ¡Porque no vengo del in- 
fierno, sino que vengo enviada por el Dios 
vengador! ¡Mira!... 
Valois se volvió y vió a la hechicera sin 
el antifaz." Durante un instante permane- 
ció paralizado por el estupor. 
+ —¿Quién eres?—balbuceó —. ¡Oh! 
¿Quién eres? ¿En dónde he visto tu ros- 
tro? ¿En dónde he visto yo esa mirada 
que peñetra hasta el fondo de mi alma?... 
¡Oh!... ¡Te reconozco, te reconozco!... 
¡Eres ¡Ana de Dramans!... 
Valois, présa de un terror insensato, 
sintió que se Je doblaban las piernas. Se 
apoyó en la pared del calabozo. 
Mabel habías vuelto 4 ponerse el anti- 
faz y permanecía inmóvil. Durante unos 
minutos reinó un silencio terrible entre 
aquellos dos seres, interrumpido solamente 
por los suspiros que el terror aran 
a Valois. e 
—Me has reconocido—dijo, al £M yl 
bel—. Ahora comprendes cuál es €l Cuan 
de que dispongo. Escucha, Valois NS 
do vengan a buscarme para levar A 
Louvre, procura probarme que MIrU ye 
Buridán están libres, Si no lo haces 
taré al rey cómo y quién me hirió el 
jon, cómo y quién mató a tu hijo, el E : 
lla época en que tú eras el favorito de “ll 
garita de Borgoña, la futura reM0 
Francia. ss | 
Valois no oyó más: ebrio de Cn | 
salió del calabózo, subió a sus habitaó 
nes y se dejó caer en un sillón, MU 
rando: 
— ¡Estoy perdido! 
i, Si monseñor quiere decirme la can 
del dolor que le abruma, tal vez Y% tus 
da encontrar el remedio—dijo una yo2 | 
to a él. pS 
, —¡Simón Malingre!...' 
¿ —¡El mismo, monseñor! 
Sl, sí—dijo febrilmente vt sé, 
nes un genio inventivo y fértil. 
en efecto, me des un buen pt 
cucha, pues. y de 
Valois hizo a su acólito un relato e IS 
lo que acababa de sucederle, y añadi pié Ñ 
—La cuestión es impedir que esa DM 
comparezca ante el rey, 
Malingre reflexionó Be instant 1 
sonrió. 7 o | q 
—¿No es más que es01—dijo— de 
bien; tranquilícese, monseñor. Puedo 
mar que esa condenada hechicera 19 y 
verá a ver al rey, por la sencilla 192 0 | 
que la hechicera morirá. Entonce dish 1 
y el rey lo dirá también, que la ¿pos Apo 
de Dios, adelantándose a la de 10% A | AN 
bres, ha castigado a esa criatura inter yo Ñ 
—¡ Y cómo morirá ?—preguntó iS 
tmirando a Malingre ron admiració 
'¿Irás tú a su calabozo a entronca 
—Si fuese neceario sí iría, MUA 
     
    
    
   
     
    
    
    
   
    
  
   
    
   
   
    
  
  
   
  
   
    
  
se: 
Na 
Jo, 
Iba 
do 
ye 
ho, 
«Pero hay una persona que se encá peo 
tcon más gusto de esa ejecución nel 
" 1) 
y que la llevará a cabo con más dul 
¡sea por riedio del veneno, sea POPE 
ME" 
1
	        
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