Felletin de EL. LIBERAL Sec
Cnatelet o enel Temple, y preparo una de
fensa, de la que se hablará, os lo juro!
-— ¡Brayo!-— rugió Gualten, entusias-
mado!
Esta misma noche estoy ditado con
unos cuantos mozos valientes. Iremos al
Pre-aux-Cleres, escoltados por gente capaz
de hacer tenúolar al mismo rey en el Lou-
Yre.
¡Ah! ¡Ahl--exclamó Gualter, dando
un puñetazo en la mesa.-—¡ Parece que va-
mos a armar camorra! ¡Parece que vamos
a Zzurrar a los esbirros! ¡Mik demonios!
No quedaré contento si no mato yo solo a
una veintena de ellos y si no me llevo sus
veinte pares de orejas, para hacérselas co.
mer alos compañeros que queden con vida!
—¡ Adiós! —dijo Bujirdán, leyantándo-
ge.—Si hemos asombrado a París con nues.
tra provocación, le asombraremos todavía
más cuando nos presentenios en el Pre-aux-
Cleres. Pero de aquí a iones, nada de
imprudencias, ni aun para ver a la reina,
Felipe; ni aun para ver a las princesas,
Gualter, Si salís, salid armados hasta los
Iidientes. Si vais a la taberna, que el taber-
nero beba antes que vosotrog el vino que
os sirva. Si alguien qui iere hablaros en la
“calle, desenvainad primero y hablad des-
pués. Porque el veneno y el puñal son las
armas favoritas de Enguerrando de Ma-
- rigny, y pensad que si ese hombre pudie-
se matar desde lejos, nos mataría en el
acto. :
Y como Buridán ¿nlibad de la' casa, Gual-
ter, temblando de pies a cabeza, corrió ha-:
cia la puerta para echar las cadenas y co-
rrer los cerrojo.
Pero en aquel. roi3mo instante llamaron
a la puerta.
Gualter d'Aulnay era tan valiente como
su hermano y como Buridán. Pero sintió
un escalofrío por la espalda. Después de
Pas palabras de Buridán, aquella visita in-
esperada en aquel palacio abandonado, en
'el que nadie conocía su presencia, le pro-
ducía una especie de superticioso terror.
—¿ Quién va?—refuntuñó.
Aqui “esta vocho?
tro! ¡Esto es
“—ponderéis: *“*Montfaucon...
8 -— Alguien que e. hablar 3 los 3eño-
e e
Tes. - FÓNDE y Gusltar. LAminay para a
asunto de irmportancia. +
——¡Ildos al infierno! —contestó Gualters y
——¡ Abrel—dijo: friémente Felipe. i Y
Guate sacó su daga, y Mido abrió...
Apareció un hombre enmascarado y con Y.
la capucha calada, que se inclinó profunda. Y
mente, con irónico respeto, 3.
pu ¿Cómo he abels sabido que estábamos |
-—imterrogó Felipe, tra- | ..
tando inútilmente de ver la cata del des: A
conocido, h]
—¡ Qué importa a, puesto que os encuen- $
lo esencial! Y
—Jntrad... z
—S inútil, Sólo tengo que deciros dos
palabras... o
-—Habla, pues, aunque seas Satanás tra. o
tando de arrastranos al infierno —rugió |
Gualter. :
El desconocido $0 estremeció. ,
—Flablad, : amigo mío —dijo Felipe. .
. El desconocido- inclinóse entonces hacia
ellos, y murmuró: E
-—Un espantoso peligro os amenaza, un 3
enemigo temible os acecha. ¿Queréis esca.
par del peligro? ¿Queréis vencer a vuestro
enemigo ?
—Adivino de quién habláis.
nombre de quién venís? |
—En nombre de una persona muy pode- | A
rosa, que esta mañana os ha visto en Mont- A E
Taucon, y que: odia mortalmente a aquel a” E
quien odiáis. Si queréig vengar a vuestro :
padre y 2 Vuestra madre asesinados, id
esta noche a la orilla del Sena y seguid
al que os diga: “Marigny”, y al que res- i
»
Pero, ¿en ]
—¿Y en qué. orilla del Sena debemos. es- 3
perar?
Al pie de la torre de Negle. pee de q
cir estas palabras, el desconocido hizo una”
reverencia más profunda que la primera, |
y desapareció por la escalera medio de- *
rruída del antiguo palacio d'Aulnay, dejaz
do a los dos hermanog estupelactos...
EXA RAECAANAAAA AAA
co. co.osn...s».
Al separarse de sus amigós, Buridán s
internó en la calle Froidmantel, dirigién
dose hacia el mercado, PR
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