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a Sú prepio corazón, Valois los siguió gin
pon ¿4na palabra, andando como en sue-
Algunos minutog después, Mirtila, vio-
putamente empujada por los soldados en-
+Uurecidog franqueaba el ipuente levadizo
del Temple ...
e Una sonrisa de infinita tristeza resba-
ló por los labios de la joven, que murmuró:
50 Bien sabía yo que la sombra de la
orre del Temiple había de serme fu-
nesta! -
- Entre Valois y el gobernador de la for-
$ Yaleza de los Templarios, transformada en
Prisión por Felipe “el Hermoso”, sucedió
E Wa brevísima explicación.
$ , Hlego, el conde de Valois volvió a mon-
MN A caballo, y al paso, parándose a veces
entamente, abrumado por tristes penga-
-Mientos, se dirigió al Louvre.
- ficercándose a Mirtila dos carceleros
Que, no sin santiguarse repetidas veces, se
APoderaron de ella, la empujaron hacia una
Escalera que se internaba en las entrañas
de la tierra, y, medio muerta de terror,
-* arrojaron en una especie de agujero de
- U”MOS cuantos pies eurlrados, y luego ce-
¡ —FYaron violentamente la puerta de hierro de
aquel calabozo...
-Mirtila quedó sumida en el silencio
y En las tinieblas, semejantes a lag tinie-
Plas de la tumba... En aquel profundo si-
encio sólo se oía a intervalos regulares,
¡Un vuido sórdo: las gotas de agua que se
Jormaban en el techo y caían en el piso
angoso del calabozo. En aquella intensa
AN ridad sólo se veían unos puntos Imi-
: Porra que irradiaban luz pálida: era el
| tu 19 que cubría las paredes de la
Lg
...
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e
voi
La torre de Nesle
j _Gualter d'Aulnay, a pesar de sus aires
EN £ matón, era más prudente que su her-
de Pano decimos que erg menos valien-
da! o Felipe poseía ese valor que se
256% a parlamentar con el neliera En Is
/
La Torre de Nesle
situación de anímo en que se encontrab2,
con un amor en el corazón sin solución pos
sible, buscaba ávidamente las ocasiones da
exponerse. Suya había sido la idea de pros
vocar a Marigny. A
Gualter, aficionado a las diversiones Y
enamorado de la vida, que le ara grata,
pues había tenido buen cuidado de no ema=
barazarla con ningún bagaje sentimental,
Gualter, repetimos, hubiese querido vivir
cien años, a condición de estar siempre .
robusto y de encontrar siempre tabernag
dignas de él; Gualter, pues, el calaveras
sabía contar con el peligro y juzgaba in.*
temipestivas las ocasiones de ofrecer inús
tilmente a los golpes su ancho pecho ,
Así, pues, cuando se marchó el hombra
que acababa de citarles en la Torre da
Nesle, Gualter comenzó por cerrar y atrale
car la puerta, diciendo: «
-—No iremos. Esa cita es un lazo que nos
tiende Marigny. Pero el lazo es demasiado
grosero. ¿Tan zoquetes nos cree? Es hu-
millante. Y también esto se lo cargo en.
cuenta. ;
-—Iremos—dijo Felipe,
-—¡Demonio!... Pero, explicame por qué
hemog de ir a dejarnos hacer picadillo por
los esbirros que Marigny habrá apostado
seguramente en esa Torre de Nesle! ¡Se
concibe que tú desees morir, porque sóla
amas.a la reina y la reina es sagrada!
Pero yo, hermano, amo a las dos prin=
cezas, y muy torpe he de ser si no consigo
que por lo menos una de las dos comparta
mi amor. De modo que no se... Y
—No encontraremos ningún esbirro—
interrumpió Felipe—.Si Marigny hubiese
sabido que estamos aquí, en lugar de en-
viarnog un emisario para atraernog a un.
lazo, hubigse enviado Sencillamente doce
arqueros, y a estas horas estaríamos en un
cala 220. jor LN "
—¡ Toma! ¡Pues es verdad! Entonces,
vamos a la Torre de Nesle. Tanto más...
tanto más..., espera... ;
Gualter se acercó a su hermano. Tenía
ura cara muy alegre, guiñaba los ojos y.
exclamaba entusiasmado: ; :
—¡ Oh! ¡Oh! Sí... eso es,
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