A Ñ
A
Lá Torre:
Bu idán, estremeciéndose, ¡La. reina!
La reina !—repetía, en tanto que su ra-
Zón, ofuscada, trataba en vano de compren.
der, de adivinar aquel misterio,
- ¡Ahora--continuó. Valois—, tenedme
Droso aquí, id al Temple, registradle, in-
terrogad, y a vuestro regreso, si he men-
tido, lHevadme otra vez a Montfaucon!...
A Buridán se enjugó el sudar que brota-
ba de SUs siones, 3e dirigió a la puerta de
A la choza, que abrió de par en par, se vol.
-VlO hacia Valois y dijo:
: —Estáis en libertad...
==. H-¿Entonces me creéis?-——preguntó Va-
dois, estremeciéndose.
Sí, porque habéiz jurado por vues-
tro hijo... Idos, monseñor. El que og pro-
Lege en este momento... es vuestro hijo.
—Mi hijo —murmuró Valois, bajando la
Cabeza, en la que bullían extraños pensa-
Mientos. :
Luego, haciendo un gesto qomo para.
desembarazarse de la carga de sus pen-
Samientos, avanzó con paso firme hasta
£l umbral de la choza.
Al Negar allí volvióse y dijo:
- —Habéis sido bastante generoso par
- eerme sin hacer investigación ninguna.
<A esta generosidad debo yo corresponder
on otra; os aviso, pues, que debéig es.
lar prevenido. Habéis puesto vuestra ma-
Ro sobre un príncipe de la sangre, habéis
| e a dos de sus servidores, le ha-
-P€ls humillado, le habéis insultado. Den-
XIo de una hora lo sabrá el rey. Dentro
E 8 una hora todos los de la Ronda sal.
a en vuestra persecución. En cuanto
a Os advierto que no descansaré hasta
har Ss colgados en ese patíbulo, en el cual
“981 querido ahorcarme. Defendeos, que
YO me defenderé.
O . ... E
Guillermo y Riquet hicieron un movi-
Miento para arrojarse sobre Valois.
_Buridán los contuvo con un ademán y
Saludó a Carlos de Valois, que se alejaba
tad amente, sin dirigir siquiera una mi-
ca “ene los cadáveres de los dos caballeros
lenes habían matado Guillermo y Ri-
, Y junto a los cuales pasó.
mismo tiempo desdeñó, o más bien
olvidó, montar en su caballo, que, cerca
de log otros dos, alargando el cuello, do-
blando las manos, comía la hierba, que
4
crecía fresca y abundante.
—¡La reina!-—murmuró Buridán, pa
-sándoso la mano por la frente-—. ¿Mir=
tila reclamada y salvada por la reinal.y
¿Por qué?... ¿Cómo ennoce a Mirtila: Mar-
garita de Borgoña? ¿Por qué se interasa
por la hija de Claudio Lescot? ¿Adónde -
Ea
la ha llevado? )
Por angustiosas que fueran estas pre.
guntas, no por ello era menos cierto que
Mirtila, por alguna razón desconocida, ha.
bía conseguido iescapar de l4 espantosa
prisión del Temple; había conseguido ki=
brarsa de la acusación, todavía más es»
pantosa, de maleficio. Pan algún tiempo, .
por lo| menos, estaba libre del tormen.e
to... ¡Por un espacip dle tiempo, cuya du
,
ración no podía apreciar Buridán, Mixtila
se hallaba a' salvo de la horrible muerte
a que se condenaba a las hechiceras!...
Y aunque la intervención de la reina
fuese para él un misterio erizado de temi=
bles complicaciones, Buridán sentía ten-
taciones en el fondo de su corazón de ben-
«decir al hombre que había preso a Mirtila,
pero que acababa de anunciarle que es-
taba salvada! PEA
¡ Y ya pensaba en el medio de tener una
entrevista con la reina!l... ¡
—¿En qué piensas ?-—preguntó Riquet
Handryot, EN
-—¡Bah!-—dijo Guillermo Borrasca—;
piensa si le ahorcará, le decapitará, le
achicharrará, descuartizará o desollará esa
condenado compadre de Satanás a quien .
tan fácilmente hemos podido magpr cuando
- le teníamos en nuestro poder,
-—No, Guillermo—replicó con dulzura
Buridán-—; pienso en la. tesis sobre la cual
debo hablar en la Sorbona, en “pro et con.
tra”. Y esta tesis, mi digno amigo, tú.
mismo acabas de sugerírmela hace un 1M3s
tante... ¡
—¡Ah! ¡ah! “Licitum est e... los
quacem?” ¡Bonito tema! ¡ Magnífico y bri.
lante! ¡Mueran los charlatanes! ie
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