Full text: Buridán

  
  
  
ba Pb 
Que se Es chia a Folipo EA dl 
apa, sola palabra, y estaba perdida. 
il rey seguía paseándose con agitación, 
sin decir una palabra. Y, sin embargo, la 
reina quería conocer sus intenciones. No 
sólo su título de reina, su honor y su po. 
der, sino hasta su misma vida dependían 
- de lo que Luis decidiese. 
En aquel momento se dirigió a la puer- 
ta, como para salir tan bruscamente como 
había entrado, La reina tembló, Pero se 
izo, 
O con firmeza". Es preci- 
sq que no viváis por más tiempo en esa 
incertidumbre que os hace sufrir horrible- 
mente. Es precigo que hagáis interrogar 
- $ ese hombre... » 
¿Hacerle interrogar "exclamó el rey 
gon Una entonación extraña, dereniéndose 
repentinamente-—. No, Margarita. Porque 
aunque fuese el mismo Dios el que inte- 
rrogase a Felipe, estoy seguro de que Dios 
-no me repetiría exac tamente 'S$Ug pala” 
bras... ¡y que me muera en este ingtante 
si blasfemo! No; quiero hablante yo mis- 
mo, quiero 0ir' yo mismo el nombre de 
esa infame..., ¿comprendes, Margarita ?... 
¡Quiero saber al fin!.. 
Alquellas palabras del rey revelaban una 
rabia sorda, le temblaban los labios y dió 
dos pasos hacia Margarita, quien en aquel 
imtomento comprendió que iba a acusarla 
directamente. 
—Señor—dijo-—con una serenidad dig- 
na de admiración—, si lo permitís estaré 
a vuestro lado durante esa prueba, para 
“infundiros valor, si es preciso, y para ayu. 
daros a obligar a ese miserable a decir lo 
que sabe.. 
El rey lanzó un suspiro, su rostro se 
serenó y sy mirada recobró la expresión 
de ternura que tenía siempre que se fija- 
ba en la reina. 
“«No-—dijo con dulzura—; esog repug- 
nantes espectáculos de la tortura no de- 
ben turbar la limpidez de vuestros lindos 
ó ojos; iré yo solo a la mazmorra del L0- 
-Freón y 
ant 
la averigua paa más pronto. seré 
gada esa infame, cuyo nombre queréis 
ber... ¿Por qué no vais ahora mismo 
—No — dijo: Luis, ya complet 
tnanquilo—; ahorá tengo que ocupa! 
esos tunantes, a los que vamos a ach 
rrar en su madriguera de la Corte. de 
Milagros, pero mañana por la mañana 
jaré a log calabozos... 
Tras esas palabras, Luis estrechó a 
rozamente a su mujer entre sus br 
salió: | 
—¿ ¿Mañana por la PA TO 
Margarita con una sonrisa. ¡ Tengo Y 
la noche por delante! ¿YX qué no puede Ml 
cerge en una noche?... ¡Vamos, tambi 
esta vez me he salvado! 
En aquel momento vaciló. 
A Margarita era muy fuerte 
noción que acababa de pasar amenaza" 
ce con ella en tierra, Corrió a un a” 
sobre la cual había alineados diverW 
frascos, uno de log cuales contenía * 
enérgico cordial que Mabel le había pro 
parado a petición suya. Bebió unas cUf 
tas gotas del licor y sus descoloridos ? 
biog tornáronse rojos, sus pupilas TW 
braron todo su brillo, 
¿Quién había avisado al rey? ¿Cómo 
taba aún vivo Felipe? | 
No se ocupó en averiguarlo, Margal! 
no era de esas personas que tratan de ad 
'vinar la cáusa del mal... combatía el 
ante todo. 
Envolvióse, pues, en un manto, se. . 
brió la cabeza con la capucha, dijo 2 
nas palabras a Juana para que pud 
avisarle en caso de peligro, y salió del 14 
vre por el camino que tantas veces hf 
seguido para acudir a sus horrendas. 
cursiones nocturnas. 
Pocos minutos después penetraba en 
calle Froidmantel y llegaba a la Casa 
log Leones, cuya puerta. se abrió 
hubo lanzado por tres veces un silb 
Stragildo dormía prof lamento, 
la conciencia tranquila. pe 
 
	        
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