cd ar a emento? $
—£L eo FE llei de ta venganza,
Roller. Ve a esperarme a la casa del ce-
-.menterio de log Inocentes. Y si anteg de
mediodía no me has visto, llevarás al rey
de Francia los papeles de que te he ha-
Tras estas palabras, Mabe] se alejó apre-
ente, y el hombre + quien había
Tes Roller, permaneció inmóvil unos
- instantes en el mismo sitia, y luego se
alejó a gu Vez.
Poderoso... orooonsro o rsnonoco.oooons.s
Apenas había dado Roller unos pasos,
-- 'Gúando de un grupo de árboles que baña-
ban 6us ramas en las aguas del Sena saltó
«un hombre.
A log primeros albores del día vióse el
relampaguear de] acero.
'Un brazo se alzó y volvió a caer con un
inovimiento rápido.
Roller ge desplomó, lanzando un gemido
El Pera sá le + e un instante son
tiendo: luego le cogió por los pies y ls
arrastró hasta el Sena.
Una vez allí, como un estremecimients
de agonía recorriese el cuerpo del desgra-
tiado, el desconocido le clavó su puñal en
medio del pecho y dejó el arma en la he-
- Luego se irguió wemiró en torno suyo.
Eñ aquel momento, Margarita de Bor-
goña, fatal y trágica, apareció en la puer-
ta de la Torre. Vió a aquel hombre y mur-
imuró: y
«¿Stragildo! .
El asesino se acercó a la reina. Con un
ar y econ una sonrisa le mostró al des-
.graciado que acababa de caer y qué yacía
tinanimado a %a orilla de] río, con los pies
en el agua,
Margarita me hizo ni un gesto de asom-
bro. Pero preguntó: -
“¿Por qué?
«—Porque he oído algunas palabras que
vuétstra apreciable azafata decía a este
hombre.
Stragildo añadió:
y Sabéis a que. y
es una víbora?... Pues bien; ñ
diente venenoso que debía morder:
He arrancado el diente, y nada más.
- Margarita, pensativa, se acercó al
po inanimado, lo examinó y se esti
al reconocer al arquero a quien habí
cho encerrar en una mazmorra. Y
. Durante unog instantes permaneció
cliinada sobre aquel desgraciado, absot!
en los lúgubres pensamientos que asal
la mente de los grandes criminadd:.
Luego alzó su mano al cielo como en U si
reto supremo, y saltó a una lancha am
rrada al pie de la Torre de Nesle. 5%
gildo entró en la lancha y empuñó log 14
mos. Ns
—Llévame al Louvre—dijo la reina-
Cuéntame lo que hais visto, lo que has 0 :
en el calabozo de Felipe d'Aulnay.
«9... CODO .MmM...............0... . e... ..
XVI
Las mazmorras del Louvre
: Tiállpo d'Aulnay, encerrado en sy Y
bozo, había tenido una visión “al cabo *
un espacio de tiempo, cuya duración €
incapaz dé apreciar: una hora tal vel,
quizás muchas horas. Primero se le
cierón diversas imágenes en el delirio
ducido por una sed intensa. Luego,
especie de neblina fué envolviendo poco
poco aquella inteligencia, inada de
hacía algunos meses por la idea fija Y
amor. Y cuando todas aquellas imágel
fueron desvaneciéndose una tras otra, Y
lipe tuvo la sensación de que aquella
blima se entreabría, y que una mujer
de slo adora belleza se le aparecía,
riente. Felipe d'Aulnay see de rodill
lrisan tó)
0 Margarita!
Sus ojos se clavaron con expresión
6 Estel s en la avarición.
—i Bendita sedas, Margarita!; ¡be