Surnaáan
Uno de ¿98 os entró en la calle de
RON eOS As tro en la de San Sal-
ador, y el “te rcero en la de Piétres, si
Luiendo hasta 1 egar lag azanzadas de
ud eeueros del 1 108 cuales,
BONE :
ps]
Mato qn 21308 de esta
> os sin casa ni hogar, sin fé. ley, car”
$ 2 arfios, racimo de horca, bueña sólo
1 divertir a los honracos habitantes
“e París cuando nace gestos de dolor en
e Sublicio, lo cual siempre ha servido de
Versión a la gente honrada?
Riba una sombría amargura en estas
Micbras, que vibraron y rep*reutieron en
Vedia de úun p:ofundo silencio. |
Suridán, Forrasca, Hardryot
y Gualter d'Aulnay estatan al pie del es-
Lrr a]
E Ígornñe,
monceñor de Valois-—dijo
Aneelo! B: gore.
Aló voy !-—
alois. y prifio
tndia, Cdocir a esto
¡Me Pienso de pe :
subió al estrad:
lubo en aquella Tau chat: imbre un mo-
Vinient o de “curiosidad, el nombre de
Pardán cireuló d 2 gruro 'en EYUPO.
de esctros, dos. aue formála el reino
' los truhanes ¡éréls admilirme por
Mipañero ?
lija Buridán—. ¡Yos hijo
hermano del rey, de
trunanes lo
CAI
y tv. 4
na dx inmensa alamo ció ió
Mente DI me TO, E PFO
sn nándose atronad
una era
rugido de tempests
los pacrificos emidada-
atrine he e-
que,
be,
Menartre se AS
do en Su: Ca238, 10 tras
“te, los continelas de 1
an:
HA las armmos!..
Poco a poco. .se rest
Gán continuó: :
sta es 2 bdo e al rev de la
Dar rúfiones, gentes gin Ca-
:¿bleció el silencio y
ga ni hogar, sin fe ni ley, carne de garfio,
racimo de hr escuchad: He visto de
ceca al rey de Francia y le he hallado co-
barde. He visto de cerca a monseñor el
ecnde de Valois, tío del rey, y le he ha»
llado feroz. He a de cerca a monseñor
bn de Moarigny, primer minis-
tro del re; y le te hallado vil ]
He visto Cde cerca a la reina Margarita
de Borgoña, y la he hallado infame, En
este momento hay cincuenta mil parisien-
eos que se alegran de mi próxima muerte,
sólo porrue he tratado de defenderme de
la cobardía, la ferocidad, la vileza y la
infamia, que se habían coligado contra
mí. Hay otrog veinte mil'que sueñan con
entregarme, p de did estando puesta a pre=
cio mi cabeza, hay dinero que ganar. He
buscado en lo peo eso que hace del hom-
bre na erlatura noble: semtimientos bu-
manos, que quieren destruir las leyes de
los poderosos... ¡y entre vosotros, truha-
nes, es donde los he encontrado!
Los trunanes se miraron unog a otros,
con asombro indefinible, |
Comprendian, aunque vagamente, aque-
llas palabras, y empezaba a penetrar en
ellog cierta especie de orguil, feroz. La
mayor parte eran verdaderas fieras, inca-
paceg de concebir otras ideas que lag más
elementales, contándose entre ellas la de
los deberes de la hospitalidad, Pero Buri-
dán, llevado por la emoción, arrebatado tal
vez por el terrible y grandioso espectácu-
lo que tenía a su vista, creía que aquella
multitud participaba de gus mismos senti-
mientos,
lite truhanes sólo comprendían UNA C0=
ea: que Buridan los elogiaba. ¿Y quién era
Buridán a sus ojos? Un hombre que ha-
ca frente a todas las, fuerzas con las: que
ellos tembién estaban en lueha: rey, mi-
nistros. prebostes, arqueros
¿Entonces se desencadenó una eses
2d de clamores. ;
Buridán seguía de pie en el estrado, e
lado de bote que tenía una extrañg son-
risa en los labios.
di Ya pe nerbog a la casa de Valois en la