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yy EPA .
ño pueden'menós de daros “na gratifica.
ón, que creo no bajará de veinte escu-
«dos, Porque yo soy una buena presa.
- —Es verdad—dijo el hombre de la cu-
Tia algo más suavizado (1).
—Por lo tanto, y en reconocimiento de
que og hago ganar, bien podíais decir-
le adónde vamos.
-—¡Hen! ¿Y para qué quiereg saberlo?
== —Porque sj el sitio adonde vamog no
€s el que yo pienso, podría indicaros otro
en el que ya no serían diez miserables es-
cudos lo que podríaig ganar, sino veinte,
Cincuenta o acaso ciento. ¡Una fortuna!
—¡Ah, truhán! ¿Te estás burlando de
mí? |
a —Contestad a mi pregunta, y ya veréis
Bl me burlo.o no.
—Bueno. Dime tú primero, adónde de-
biera llevarte para ganar esa gratificación.
-—¡Al Louvre!-—contestó lacónicamente
igorne.
-—¡ A] Louvre!—dijo sy interlocutor sol.
tando una carcajada, ¿Al Louvre un tru-
-¿hán como tú? Vamos, Ya veo que no du-
das de nada. Pero voy a cumplirte mi pro-
Mesa. Te llevo al Temple para que te in-
terrogue monseñor de Valois, que es el que
decidirá de ti. :
Bigorne sintió un estremecimiento en su
interior; pero sin perder la calma, dijo:
- —Pues yo sostengo lo que dije; que sólo
en el Louvre podréis ganar la gratificación
de que he hablado. A
——Y una vez alí, habrá que llevarte e
Que te vea el rey.
—Tal y como decís—repuso Lancelot
Iríamente—. Con el rey eg con quien ten-
Ñ
BO que verme.
Por toda respuesta el sargento soltó una
Carcajada. |
Pero Lancelot prosiguió diciendo con la
Misma flema: .
.. —Llevadme a] Lauvre, haced que el rey.
Sepa que puedo hacerle importantes reve-
acioneg acerca de lo ocurrido en la Torre
08 Conviene que se advierta que el sargento
e aquí se trata no era un cargo militar
curialesco; algo así como alguacil. :
S
Pm
de Nesle, y os: respondo de que/mié: har
llamar en el acto; respondo también. de
que esas revelaciones han de interesar al
rey de tal manera, que quizá no sean clen«
to, sino doscientos escudos, los: que: og dé
por haberme llevado a su presencia 4
Lancelot Bigorne parecía 'completameña.
te convencido de lo que decía. Esta convies
ción produjo tanta impresión en el ánima '
del sargento, que pareció quedar perplejos:
luchando entre la avaricia que le aconsejan
ba acceder a log deseog-del prisionero. y'la..
prudencia que le ordenaba cumplir la or=.
den de conducir ante el conde de Valoisw9
cuantas personas se prendiesen. + Y y
Como: si leyese lo que pasaba en: el: em
píritu de aquel hombre, Lancelot .proñim
guió: A
——¿Qué riesgo corréis? Ninguno; Si*y
he mentido, vos, por vuestra parte, habéis .
dado una prueba de extraordinario celo, y,
con llevarme al Temple, queda todo termi
nado; pero si digo verdad, ¿sobre quién
han de recaer las alabanzas y las Trecoms
pensas más que sobre vos, puesto, que sola
el que me ha detenido? “1 A
—Eso es verdad. ¿in cad!
—Ya lo veis. Llevadme, pues, al |
vre. : , , de
—Sea—dijo aquel hombre tomando: sd
partido—. Voy a llevarte al Louvre; perq
si ¡me has engañado, desgraciado de ti. ' (
—¡ Ay !—suspiró, Bigorne—. ¿ Podría tex
her otro castigo mayor que el que me ha.
béis anunciado ? o." cd
—En cierto modo, tienes razón—dijo ,el
sargento, y dirigiéndose y sus hombres—:
¡Hola! Cambiemog de rumbo, y vamos al
Louvre; pero vigiladme bien a este rácis
mo de horca, porque si llegase a escapára
senos, lo menos que nos podría suceder Se. "
ría dar con nuestros huesos en algún car
labozo. | prosas CRA
No dijo Bigorne una palabra; pero. ress
piró libremente, como aquel a quien quitán:
un enorme peso que le ahogaba. ..
Cambiaron de dirección log UETOS,
conforme había ordenado el Poe Y
algunos instantes después llegaban, todos:
al Louvre. PRES y)