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Buridán
A S
y
ayuda de cámara, Baheigne no había
elto, (
El rey, al llegar a la antecámara, dió or-
den de que Baheigne entrage en su cuarto
Cualquier hora que Volviese, oye esoo
—Quiero—añadió riendo—que me cuente
toda la fiesta de los locos, ¡Por Nuestra
señora, yo ho le podido asistir! ¿Por gué
qe rey. no podrá divertires lo migmo que
108 demás? ¡Cómo se habrán reídomis gúb-
-ditos | Y pensar que yo no estaba allí! Ya
Que ño he presenciado la fiesta, espero al
Menos el relato de ella, que Baheigne no,
Wejará de hacerme. ]
Luego, Luis Hutin entró en su alcoba.
For espacio de media hora oyóronse los pa-
50s de la ronda nocturna que recorría los
Patios y los corredores. Luego, luces y rul-
q
'
dos Se apagaron.
En la antecámara del rey. velaba el cen-
inela, al que relevaban cade dos horas.
4 Esta antecámaora estaba sumida en una
nm Semiobscuridad. Una lamparilla colgada del,
Ñ
Mi >
y
y
techo la iluminaba débilmente.
f En cuanto al centinsla de que hemos ha-
>: blado, permanecía inmóvil delante de: la
WI — Puerta del rey, apoyado en, la alabarda.
Ú quel centinela pertenecía a la compañís
$$ arquerog $uizos que mandaba el capitán
“e guárdias Hugo de Trencarel. ,
20, Tal vez aquel día los suizos, en razón
“de lag circunstancias, hubiesen tenido un
Poco de holgorio. Tal vez el digno soldado
Se hubiese excedido un poco en la bebida,
2 pesar de que los suizos tienen fama de
Ser buenos bebeúores. El. caso es que al
Cabo de una hora de guardia el hombre em-
Pezó a cerrar log..ojos, liego bostezó has-
desquijarse, y, por último, se desperezó.
De buena gana hubiese dado unos paseos
Para despabilarse; pero la consigna se, lo
'Prohibía; debía , permanecer inmóvil a la
Puerta del cuarto del rey, hasta que fuegen
a relevarle.
Suizo se creyó juguete de un sueño...
En la antecámara regia había dos enor-
Mes areonez. Ae ]
: Parecióle al suizo que la tapa.de uno de
js artones se abria por sí sola ulenta
dio
- Hallábase, pues, en este estado cuando
¿do xoéximo, se desplomó a los: pies
y silenciosamente. Por un instante permas
neció el suizo estupefacto; pero este estu”
por se trocó en un terror superticioso cuan-
do vió que del arcón salia Un ¡nono ea: els
tremo áxil, que andando a cuatro pata 98
dirigía hasta él gesticulando y hacie:ido
cabriolas. | VÍ oo
El suizo comenzó por hacer la seña; ue
la; cruz. Luego munnuró: ps
—¡Jesús! Ls
Después abrió la bota de par en par, para
lanzar un grito. ' ón
Pero en el mismo instante le faltaron
las fuerzas para lanzar ese grito. Ein efec-
to: su extraño sueño se convertía en fan-
tástica pesadilla; del mismo arcón acabas
ban de salir otros dos. animales, siempre
a cuatro patas; estas Vez eran dos 0303,
dos oz0s gigantescos, que al llegar. junto
a él se sentaron y permanecieron inmmóvie
lea, mientras que el mono, colocado entre .
los dos, seguía haciendo muecas. El suizo.
sintió que de su frente brotaba un sudor:
frío y que se le erizaba el cabello. Eviden-
temente, se trataba de una visión infernal,
y lo único que pudo hacer fué inascullar
una breve oración. $e
— ¡San Luduvig! — murmuró, dando
diente con diente-—; te prometo un marco
de plata de mi primera paga si me libras.
de la presencia de estos animales vomita-.
dos por el infierno. gr
—¡ Ahién !-—dijo el mono. Ey
—¡ £mén !l—repitieron log 0903. aos
— ¡Jesús! —exclamó el. suizo; con. fte»
rror—; ¡hablan como eristianos !
Y esta vez iba a gritar con toda la fuer-
za de sus pulmones, duplicada por el es-
panto, cuando el mono se arrojó sobre él
de un salto, cogiéndole por la garganta, en
tanto que uno de log 0808 le ponía su Zarpa *
en la boca. AS
Casi inmediatamente el suizo, despavo-
rido, estupefacto ante aquella aventura 4X»
tracvdinaria, lcco de espanto al verse en .
contacto directo con criaturas del infierno,
sintió que le amordazaban y que le atab
las manos. a la espalda. Entonces, como su
terror llegase en aquel instante a yd
los