LA MÁSCARA ROJA 3
La sonora voz de este último, fué la luz que le guió en aquellas
tinieblas.
—¡Ah! ¿Eres tú, Mauricio?—dijo el terror de los franceses.
Se estrecharon las manos.
—¿Has podido conseguir tu propósito?—añadió Navarro.
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El guerrillero se ocultó detrás del tronco de un árbol,
—Soy el hombre de confianza del general Dupont, —repuso Mauricio
Sonriendo.—Los he traído engañados hasta aquí y ya han tenido una
derrota con la columna Reding, al amanecer caerán sobre esta cueva.
En las leales facciones de Navarro se leyó la satisfacción.
—Si los hechos se realizan tal como deseo, vamos á gozar del triunfo
de ver convertida esta cueva en una tumba de franceses.