Full text: Combate protegido por el cielo (28)

LA MÁSCARA ROJA 
—Lo hubiéramos empezado sin la proximidad ae la noche y por otra 
parte nuestras tropas, están extenuadas de fatiga y necesitan de algún 
descanso. 
Y establecidos en las respectivas posiciones, encendieron grandes 
hogueras y comieron con buen apetito, durmiéndose soldados y oficia- 
les, tendidos sobre el fango y bajo una abundante lluvia fría como noche 
de marzo. 
Dupont no dormía. 
El recuerdo de su último combate en los montes de Archidona, aque- 
lla cueva infernal, tumba de sus tropas, guarida del bandido guerrillero 
Ricardo Navarro, como él le llamaba, le tenia desesperado, inquieto. 
—:Qué se habrá hecho de ese endiablado guerrillero?—se decía sen- 
tado en una pequeña eminencia, desde donde dominaba el rio, ilumi- 
nado por el resplandor de las hogueras. 
Junto á él se hallaba el coronel Richard, con quien trazaba el plan 
de batalla y le daba al mismo tiempo las oportunas órdenes. 
Este no oyó la exclamación de su jefe, pero al oir que murmuraba, 
le dijo: 
—¿Deciáis algo, general? 
—Decía, —repuso vivamente Dupont, estrechando la mano del coro- 
ne), —que no siempre se es afortunado, pero un hombre como vos, no es 
desgraciado dos días seguidos. 
Richard se sonrió. 
—¿Aludís quizás á mi aventura con el guerrillero Navarro? 
—Precisamente. 
—¿Y á eso llamáis fortuna? 
—Todo lo contrario; digo, coronel, que no siempre se es afortunado, 
porque vos caísteis en poder de ese malvado hombre y tuvisteis que 
sufrir la humillación de que os perdonara la vida, devolviéndoos la 
libertad y que luego después tuvísteis que luchar cuerpo á cuerpo para 
no caer en la cueva infernal, morada de ese satánico Navarro... y qui-
	        
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