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LA MÁSCARA ROJA
trado y de nuevo los franceses pretenden á toda costa arrebatarnos lo
que tenemos concedido por Dios. El general Soult reina en soberano en
las provincias de Sovilla y Cádiz, el mariscal Sebastiani intenta apode-
larse de Málaga y Dupont vela en la orilla opuesta del rio, el paso de
Muestras tropas que al mando de Reding viene á auxiliar la plaza. Uni-
tamente con un golpe de fuerza y audacia como el que tengo preparado,
Podremos evitar que la hermosa ciudad caiga en*poder de los invasores
, Y Una vez más, hacerles comprender que lo que intentan, es á pesar de
Dios.
—¡Bravo!—gritaron los guerrilleros.
Ricardo Navarro añadió, sublime de arrojo:
—Yo pelearé siempre á vuestro lado... ¿Qué importa la forma, si
logramos el triunfo?
Los aplausos se hicieron estrepitosos,
_.—Menos entusiasmo, mis queridos compañeros; debemos obrar en
Silencio.
Esta verdad fué reconocida por todos, puesto que se convirtieron en
Estatuas.
Después de algunos segundos de silencio, habló otro personaje de
Statura pequeña, pero de alma grande.
Era el propietario del cortijo, en el cual Navarro había pasado un
Mes, que duró su convalescencia.
no de los más significados vocales de la Junta de defensa de Mála-
8%, expuso con vigor lo que ésta pedía.
Sublevar al día siguiente á los habitantes y batir en el campo á los
"MVAsores para lo cual se habían talado ya éstos.
ego contaban con dos buques de guerra que desde el mar, apoya-
á las tropas de Castaños.
el jala mis manos están ennegrecidas de la pólvora que gastamos en
aque que sufrimos en Colmenar, donde caí prisionero y pude esca-
Par, 7 0y me dispongo á ofrecer mi sangre,en la defensa de Málaga.
tian