DESAPARICIÓN DE NAVARRO
Ricardo Navarro ordenó que el último de los que le seguían, lanzara
Un silbido.
Este se oyó prolongado durante algunos segundos.
El guerrillero apagó su linterna, al mismo tiempo que una formidable
Clonación, hacia temblar la estrecha bóveda.
¿Qué había ocurrido?
En la torre de Santa María de la Granada como hemos dicho, nadie
Ormía.
El brigadier Aubert, jefe de las tropas francesas, había visitado todos
98 puntos, preparando el combate para el amanecer.
Los cañones dirigían sus bocas hacia el campo español, dispuestos á
“OMitar fuego á la primera señal y los satélites de Napoleón, una vez
Más juraban morir por su ambicioso y soberbioso señor.
Aubert conocia á los españoles y sabía que lo mismo les importa
Alirse de día que de noche y de aquí su vigilancia, no permitiendo que
Nadie durmiera, ni en el baluarte ni en las murallas.
—Podrían dar un asalto á cualquier hora, —había dicho á sus oficiales.
Y doblaba los centinelas y repetía las órdenes de hallarse todos pre-
Parados, las cuales se comunicaban rápidamente á sus tropas disemina-
AS €n varios puntos estratégicos de la ciudad.
Mpero uno de los muchos falsos españoles que desgraciadamente se
PON afrancesados, siendo para su patria mucho peor que sus enemi-
> Y que por orden del brigadier se dedicaba durante la noche á espiar
Movimientos de sus compatriotas para traicionarlos, había espiado
pe Suerrilleros, viéndolos penetrar en el subterráneo.
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