Traslademos al lector al eortijo de la bella Erminia, pues así se lla-
Maba realmente, la joven desconocida que había hecho palpitar de un
Modo extraño el corazón del general Marmont.
Huérfana desde muy niña, creció al lado de un tío suyo, hermano de
Su padre y dueño del cortijo expresado.
A los diez y siete años, se casó con un comandante de caballería
de mucha más edad que ella.
El comandante no era rico, pero se había enamorado de la belleza de
aquella joven:
Al año de su matrimonio, murió su tío y poco tiempo después, al
Cvantarse España entera contra las huestes de Napoleón, el comandante
Caía en el campo de batalla, atravesado su pecho por las balas de los
"aidores invasores.
Erminia quedó viuda, siendo mucha la admiración de todos al saberse
que habia heredado una renta de más de cien mil reales.
¿De dónde procedía la fortuna del militar español?
Las versiones fueron distintas, pero de las investigaciones que se
Icieron resultó que no había un comandante de caballería más rico,
qUe aquél que se había enamorado de la hermosa huérfana.
S
Y á la que señalaba otros cien mil reales de renta en el caso de que se
allara,
9 Supo también que dejaba una sobrina, cuyo paradero se ignoraba
Erminia se dedicó á descubrirla y como para el oro no hay secreto
Por PScondido que esté, bien pronto se dió con la referida sobrina en uno
1 > los hospitales de Sevilla, oculta bajo la blanca toca de la hermana de
la Caridad.
Era también una joven casi de la misma edad que Erminia y tan
Mila como ella.