LA MÁSCARA ROJA 29
penetrando en uwropel en los reductos, sin dar tiempo á los franceses para
Pétirar sus piezas.
Avisado Soult, acudió con refuerzos, pero sus desesperados ataques,
no tuvieron éxito alguno.
Ricardo Navarro, á la cabeza de un batallón de línea, asaltó el cas-
tillo, apoderándose de él y expulsando á los franceses, después de una
£ncarnizada lucha cuerpo á cuerpo.
Empero Soult atraía á los portugueses hacia la campiña y allí el com-
bate se renovó con más furor, pero el encarnizamiento de los franceses
Se estrelló contra la fría intrepidez de los españoles y portugueses y bien
Pronto la plaza quedó en poder de Beresford.
Al amanecer, Soult reanimó y concentró sus tropas, pero fué recha-
zado su atáque
Sin embargo, el choque fué terrible, portugueses, españoles y fran
“eses, se mezclaron, se daban muerte en medio de las detonaciones de
Cuatrocientas piezas de artillería
Al fin, Baresford y Navarro arrollaron en las extensas dehesas á los
franceses. los cuales se retiraron hacia Budajoz, dejando en el campo de
batálla nueve mil muertos y seis mil prisioneros, siendo retirados más
de ocho mil heridos.
La ciudad se hallaba también cubierto su suelo de cadáveres, y los
Primeros ayos del sol, alumbraron aquel espantoso cuadro de muerte y
SSolación.