Full text: La maldición de un moribundo (40)

Uua vez solos nuestro guerrillero y Landais. 
—¿Conque tuvisteis la fortuna de apoderaros ae unos docúmentos qU9 
hallásteis en poder de un viejo monje que habitaba una cabaña próxIMa 
—preguntó Navarro bruscamente. h 
El comandante se extremeció, no por el vandálico hecho que había 
llevado á cabo, y sí por el temor de perder aquellos papeles. 
—¡Yo... sí... me apoderé de ellos! —balbuceó desconcertado. 
—¿Porqué titubeáis, si apruebo vuestra conducta?... ¿Serán 
escritos que revelarán la existencia'de un complot contra nuestro ejérer" 
to, ¿verdad? 
—Si y no... 
—¡Cómo, no comprendo, explicaos mejor! 
—Ese monje era un poderoso enemigo de la Francia, hombre inme?” 
samente rico, gastaba su dinero entregándolo á manos llenas a las 
juntas de defensa de Aragón y Navarra, yo pude descubrirlo, gracias A 
este inteligente y leal muchacho, y en mi poder están esos documentos 
que acreditan la existencia de una fabulosa suma que considero más justo 
sirva á sufragar los gastos de nuestro ejército que contra él como servia 
Indefinible sonrisa se dibujó en los labios del guerrillero. 
—Vuestro patriotismo merece ser conocido del mayor general, a 
que éste lo transmita al emperador, y por mi parte no dejaré de rec 
mendaros y puedo asegura”os desde ahora que vuestro ascenso NO Y 
hará esperar. 
Ricardo había acercado tanto su silla á la del comándante que € 
lo tenia preso con sus rodillas. 
algunos 
pan 
asi
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.