Res para no turbar el silencio de la noche.
LA MÁSCARA ROJA des 13
Escuchó con más atención.
Una ligera brisa de tierra se llevó aquel ruído y.Ao volvió á oir nada
Más.
No dbienda si era juguete de una ilusión, el guerrillero abrió los
Ojos, pero la oscuridad de la noche no le permitió ver nada.
Los volvió á cerrar para escuchar.
Esta vez un sonido candencioso, como el que ai los remos
que cortan discretamente la superficie del agua y el roces de
los toletes, llegó á su oído.
—¡Por fin! —murmuró Ricardo sonriendo con satisfacción.
Un punto negro casi imperceptible apareció.á lo largo del rio, luego
creció rápidamente y pronto distinguió una lancha que se acercaba á la
orilla.
El guerrillero se echó boca abajo, ariando que su silueta fuese
percibida desde la lancha, pero en el sitio que its no podía De
derla de vista ni un instante.
Pronto la vió detenerse, con los remos lamávles.
—Parece que el bravo mensajero de Soult no viene solo,—se dijo
Ricardo.—No importa, todo se reduce á un poco más de lucha.
En efecto dos hombres saltaron á la ribera, mientras que otro se
quedaba al cuidado de la lancha.
Los que habían saltado parecía que ulabar las Aplios precaucio-
A .
A
A través. de la espesa hierba que tapizaba el sitio donde se hallaba
Navarro podía éste observar perfectamente todos los movimientos de
Aquellos dos hombres.
_Le pareció que hacian un reconocimiento y se quedó un momento
indeciso, no sabiendo si debía dejarlos que se internaran en el bosque.
Pero la vista del bote abandonado á la guardia de un solo hombre,
EL pronto su atención.