LA MÁSCARA ROJA 19
el querido angel y ya que ha' escuchado mi súplica, muero tranquila,
rogándoos me digais vuestro nombre para bendecirlo en este supremo
instante en que mi alma se dispone á dejar la materia. .
Calló la desventurada Elena y secó una lágrima que bosbalabá por sus
A tostadas mejillas el intrépido guerrillero. Este dejó suavemente el niño
Ricardo tomó maquinalmente entre sus brazos á la inocente criatura.
EX
Sobre la hierba * y sé ¡ais! para incorporar á Ala moribunda madre, mien-
| “tas que pronunciaba entre la ira y la amargura: '
—Me llamo Ricardo Navarro y soy guerrillero...
El joven no pudo decir nada más, E la pobre mujer oxhaló el
último suspiro.
Elena no era más que un ensangrentado cadaver.
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