LA MÁSCARA ¡ROJA 23
Se levantó y lanzando una despreciativa «mirada al cadaver: del
francés;-se alejó de aquel sitio, encáaminándose hacia el monasterio.
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Cuanto había dicho en su agonía e Ono Elena, era riguro-
Samente exacto.
Aquellos dos hombres, vestidos con el aja de nuestra ma” ina, no
eran más que dos franceses rn del oia Soult, con órdenes.
expresas para Clause!.
Engañados por un falso guía que ebdscia las Arun de Navarro,
Se embarcaron en Artajona en una lancha y siguiendo el río Arga,
entraron en'el Aragón, seguros que en. el monasterio de la Oliva, se
hallaria el general Clausel, pues así lo había afirmado el guía, que se
quedó en Olite, advirtiéndoles también que fueran precavidos, pues
Sabía que por los frondosos olivares que circundaban' el suntuoso edi-
ficio, podían muy bien tropezar con el famoso guerrillero fantasma,
Ricardo Navarro, el cual seguía muy de cerca al general francés: :
Como es de suponer, el guía montó á caballo y voló al monasterio;
donde se hallaba Navarro, con diez de sus compañeros.
Enterado el guerrillero de la ruta que seguían los: mensajeros fran-
ceses, dió las oportunas órdenes á los suyos para que tan pronto se
—Presentaran aquellos, los hicieran prisioneros,.en espera de su regreso.
El iría á espiar el arribo de la lancha, como ya hemos visto, pero lo
que ignoraba el valiente joven, era la categoría y aún el nombre de los
enviados por Soult, y de aquí que se decidiera á á interrogar al hombre
que se había quedado guardando el bote y que en mala hora dejó esca
Par por la corriente del río.
Y ahora el remordimiento apenaba « su corazón, porque acababa : de
Saber que aquellos dos desconocidos, que debían de ser muy íntimos
amigos, puesto que se: tuteaban, habían desahogado sus feroces imstin=
los en el guarda del monasterio y en su: infeliz esposa, pagando tam-
bién con su vida Me inocente' fruto: del amor de:aquellos.