Full text: Un combate y una espada (44)

LA MASCARA ROJA 59) 
La niña á quien acababa de nombrar el guerrillero, tuvo una 
PXpresiva mirada de gratitud para este último y sonrió secando sus 
lágrimas. E : 
—¿Sois su protector?—preguntó el anciano. 
—Sí, es muy desgraciada, luego sabreis la infamia de que ha sido 
Víctima y que le ha privado del uso de la palabra. / 
El viejo se extremeció: 
—¡Pobrecita!... ¿No puede hablar? 
—No; pero hablemos primero de vos, el tiempo urge y tengo que 
$star al amanecer en Roncesvalle. E 
—¡Roncesvalle! —repitió con tristeza el anciano, sentándose en el 
“umbral de la Puerta de la choza y haciendo otro tanto el guerrillero 
Sobre un montón de paja, pues no había otra silla que la que ocupaba 
Julita. O ; 
—(¿Parece que el lugar que os he nombrado, despierta en vos un 
triste recuerdo? —tartamudeó Ricardo. : 
-—Mi nombre es Marcelino Otenza,—comenzó por decir el viejo sin 
Contestar á la pregunta de Navarro.—En mi juventud fuí el hombre más 
feliz de la tierra. Me casé con una hija de Roncesvalle, bella y virtuosa. 
De mi matrimonio tuve siete hijos. Cuando España se levantó contra el 
Audaz invasor, cumpliendo mi deber de militar, pues, era comandante 
de Muestro ejército, me incorporé á éste á las órdenes del conde de La 
Bisbal. En año y medio asistí á cien combates por distintas provincias 
tiacadas por los franceses. El ruido de las armas, el furor de los com- 
aí8s y la sangre derramada en el campo de batalla, embriagaban mi 
: alma. Mi hijo mayor que luchaba á mi lado, cayó herido á mis pies en 
Un sangriento combate. Eché una mirada sobre él y continué peleando. 
La fortuna nos fué favorable y alcanzamos una victoria más, pero mi 
hijo había muerto... Ra 
El anciano se interrumpió un momento. ; 
— ¡Gloriosa muerte! —exclamó Ricardo Navarro.—Yo la busco hace 
Mucho tiempo y tengo para mí que no tendré esa dicha. 
—¿Sois militar? : ] pe a e 
, —Soy guerrillero y en el ejército ocupo la misma graduación que vos 
habeis ocupado. da ' | 
—IAh, ak! ¿Cuál es vuestro nombre? > 
—Ricardo Navarro. E: ) 
El viejo se levantó maquinalmente y abrazó al joven. i 
—Hemos luchado juntos en Andalucía, razón teníais para decirme 
US 0s considerara como á un hijo. E : 
—Proseguid, os lo suplico, —rogó el guerrillero que se sentía del 
E ;
	        
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