SSposos, hasta que vino la invasión francesa.
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Antes de pasar adelante, vamos á dar á conocer al lector, á los tres
hood personajes que habitaban la choza á la que por fortuna suya,
había sido conducido Ricardo Navarro.
¿Era realmente francesa la dueña de aquella miserable vivienda que
.'Se levantaba en medio de la soledad de los Pirineos?
¿Había hablado con e al pedir á los franceses la muerte del y
valiente guerrillero? - :
¿Le conocía la niña al exclamar delirante el nombre de Seta último?
“Casilad Fuensanta, que asi se llamaba aquélla había nacido efectiva-
Mente en Francia, pero de padres españoles. :
En la vecina nación pasó los primeros años de su infancia, viniendo
- 4 España con los autores de sus días apenas había dejado tras si la ado-
lescencia, estableciéndose con aquéllos en Tafalla, cuna de su madre.
A los diez y siete años y habiéndose quedado huérfana, contrajo
Matrimonio, con un joven navarro, hijo único de unos acomodados
labradores, habiendo nacido de esta legítima UnIOn; una niña que se la
Puso el mismo nombre de la madre.
Pasaron los años en la más plácida tranquilidad RADA los jóvenes
-Estos se apoderaron de Pamplona y como es de suponer, camparon
por. su respeto en toda Navarra, tocándole en suerte á Tafalla como
Alcalde corregidor á un renegado símbolo de infamias y. crueldades,
Como otros muchos que han pasado tristemente á la posteridad.
.. Se llamaba Mataselva y jamás apellido alguno ha sido mejor apro-.
Piado que el que llevaba Ao malvado,, capaz de sembrar la muerte y