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LA MÁSCARA ROJA
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Los soldados se lanzaban alocados sobre las bayonetas del enemigo,
profiriendo la muerte al espantoso delirio y los guerrilleros posesionados
. de nuevo en el monte, pretipitaban desde lo alto, enormes piedras, sobre
las filas de los iranceses.
Ricardo Navarro, incansable se asemejaba á una exhalación donde
—¡Adelante! —dijo el guerrillero incorporándose en su asiento.
4 ,
fijaba su planta, porque instantáneamente se hallaba rodeado de cadá-
veres.
Martín secundaba : sus esfuerzos, con otto tanto de no menor a
y riesgo. - AS
—¡Ya es de díal—se oyó repele por todas partes.
El mariscal Soult, ordenó la retirada, siendo perseguido y Cdmisnca
obligado 4 á repasar el río procipitadamento,