“LA MÁSCARA ROJA Ae 3
Mas una bala le atravesó el brazo y el guerrillero, al ver el peligro
que amenazaba al duque, corrió á socorrerlo, pero fué en vano, porque
el general inglés, sin hacer caso de la herida, vengó mil veces y de mil
maneras la sangre que por su brazo salía.
Ricardo Navarro, á su lado peleaba sin descanso, y los franceses ya
no podían sostener aquel formidable empuje.
El ala derecha, atacada por Byng y Cole estaba por St destro--
zada, habiéndose visto obligados á abandonar el campo por la pérdida
de casi la totalidad de sus es introduciéndose el desorden entre los
supervivientes.
Soult no se daba, sin embargo, por vencido y probaba una vez más
humillar el valor de Wellington, disputándole su victoria, mas cansados
los franceses de sus esfuerzos inútiles y viendo los miles de cadáveres
que sembraban el suelo, apenas tenían aliento para evitar la muerte que
les amenazaba por todos lados. NE :
En aquel instante Ricardo Navarro avanzó como un fantasma Po
en medio de un diluvio de balas y rompiendo el cuadro que rodeaba al
mariscal, llegó casi junto á éste que se hallaba sobre su caballo en una
pequeña eminencia que formaba el montuoso terreno y gritó con voz de
trueno: :
—Ya no existe el poder de Napoleón... Mira general Sonlt, es Ricardo
Navarro que te dice, que en los desfiladeros de Roncesvalle y de Zubiry,
se ha hundido su espada. para siempre en el ena abierto por su
locura.
—¡Viva Napoleón! ¡Viva la, Francial—gritó Soult en el delirio de su
desesperación. 0
Y espoleando á su caballo se lanzó sobre el guerrillero, blandiendo
su espada, pero Ricardo había desaparecido confundiéndose entre los.
combatientes. El mariscal retrocedió á su puesto. ] SN
—¡Es preciso someternos á la ley rigurosa del destino,—le dijo si
ayudante de campo, —y reconocer que en este combate nuestra agrada: ,
ha hecho triunfar al enemigo!... Huyamos, general, la sombra de nuestro
gran emperador, vela sobre. nosotros y satisfecha de nuestro esfuerzo,
protegerá en este instante nuestra peligrosa retirada... y
No pudo terminar su acertado consejo el ayudante.
Los guerrilleros, haciendo una masa impenetrable, atrav esaron el
campo, forzando y destruyendo cuanto se opuso ; á su paso. :
Entretanto las tropas. anglo- portuguesas, no as perdido ni un
palmo en sus posiciones. Ni :
Estas fueron realmente inexpugnablos para el enemigo, que en vano
Intentó varias veces Apo paro:
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