Full text: Noche sangrienta en los Pirineos (45)

Apenas se hizo de día, el duque de W ellington, abandonó las posi- 
“iones de los desfiladeros y emprendió á su vez la marcha hacia San 
Sebastián, cuya plaza en poder de los franceses, pensaba sitiar. : 
,  Dejaremos al ejército anglo-portugués, camino de la capital de Gui- 
Púzcoa y veamos qué se había hecho de Ricardo Navarro, que según 
habían dicho al duque, hubo de desaparecer con su guerrilla, después 
del encarnizado combate y antes del amanecer. 
Adivinando las intenciones del mariscal francés, se internó por las 
escabrosidades de los Pirineos y al llegar á Vera, se escondieron en un 
bosque inmediato, aguardando la noche. ) 
Al ponerse el sol, vadearon el río y Martín se quedó en las orillas 
“on su gente, por orden de Navarro, mientras que éste PEA entre 
las sombras de la noche. 
Cubierto de sangre y de polvo, el imópido etilo se internó 
Por el momento, con el fin de aproximarse á Irún y descubrir por sí 
Mismo la situación de la plaza y combinar su plan de asalto. antes q. 
las ¿ropas de Soult, acudieran á su defensa. 
Atravesaba un espeso bosque, cuando de pronto descubrió una 
Pequeña choza y se encaminó hacia ella, deseoso de saber quién la 
habitaba. 
Empero aquélla estaba abandonada. 
Navarro penetró en su interior y se halló ante. una lápida de mármol 
“egro, que se asemejaba á una tumba. 
Encendió su linterna y leyó unas letras que aquél tenía grabadas y 
y
	        
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