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“Ml cuya cripta tenían su enterramiento los individuos de la
“milia real de Constanza, y donde sigmendo la tradicional
Penetraron una mujer y un hombre.
La amplia iglesia, insuficiente pocas horas antes para
“ontener a] inmenso gentío que concurrió a la fúnebre cere-
Monia, hallábase ahora solitaria. Pen
Por precaución también legendaria, una pareja de sol-
ados al mando de un sargento, guardaban la escalinata
Que descendía ala cripta, en la cual hallábase el panteón real.
. Aquella guardia extraordinaria había de seguir prestán-
Se durante determinado número de días, aunque no era
“€ temer ningún desmán. Terminado aquel plazo, la artís-
eS Verja que cerraba la entrada al panteón, bastaría para
lardar los restos allí sepultados.
a mujer y el hombre avanzaron lentamente, sobrecogi-
98, al parecer, de emoción y de respeto. E
Ella vestía modestamente y envolvíase en “amplio manto,
“yo velo impedía. distinguir sus facciones y bajo el cual
Cía ocultar un objeto que llevaba en las manos: él ves-
2 uniforme militar, con entorchados y condecoraciónes.
iguieron avanzando hacia la entrada de la cripta, y al
“Sar junto a ella, el sargento que mandaba la pareja allí
y suardia, en cumplimiento de la consigna que le había
'do dada, ordenó: eo
MiAtrás! :
El hombre que avanzaba acompañando a la mujer y que
“tía de militar, intimó a su vez: |
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0 Al ver sus insignias, el sargento cuadróse y saludó di-
éndo:
Ostumbre había sido sepultado el cadáver del rey Victor,
Dare
Sul,
limo amor, Cuad. 259