996 LOS ÁNGELES DEL ARROYO
del secreto de mis amores con Víctor, y necesito que es-
tés presente a'la entrevista que voy a tener con él,
—¿Dónde?
— Aquí, en mi casa.
—¿Le has citado?
—SÍ.
—¿Te ha contestado aceptando esa entrevista?
—No; ni espero que me conteste, sino que venga per-
sonalmente.
—Es decir que lo de Bolívar...
—¡Oh! ¡Quieres decir que piense en eso ante un caso
de tanta gravedad como éste!
—Sí que es grave por todos estilos, porque pongámo-
nos en el caso improbable de que Emma y Carioli quie-
ren devolverte a Marieta.
—¿Crees que no?
—Lo veo difícil. La niña es para ellos una mina de
oro que no han de abandonar.
Decías que supongamos...
—Sí, que te quieran devolver tu hija...
—SÍ.
—¿Qué piensas hacer?
—Eso dependerá de lo que resuelva Víctor. z
—Es verdad; todo dependerá de su actitud contigo.
En aquel momento, el portero avisó con la campana
el anuncio de una visita,