Full text: Tomo primero (001)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1037 
Para ello tengo que decir que fuí el hombre que trai- 
-cioné a un marido ausente, en complicidad con su mujer; 
A 
un ladrón de su honra..., un malvado, que no supo de- 
fender oportunamente el bien que se le quitaba. y aprove- 
chó la primera ocasión para robárselo él a su legítimo 
dueño, aprovechando su ausencia, abusando de su cien- 
cia y cobrándose el haber curado asu mujer. 
Esto tendría que declarar Dorotea, con la vergilenza 
en el rostro, al hombre que desinteresadamente sé ofreció 
> a hacer mis veces con esa niña. 
—Pero que no tiene derecho alguno sobre ella. 
— Tiene el derecho que tengo yo y cualquiera a. reco- 
ger en medio de la vía pública lo que no es de nadie, lo 
que nadie reconoce como suyo ni nadie reclama.  » 
¿Dónde estabas tú, dónde estaba yo cuando María y 
Ruperto pedían limosna para mantenerse y no morir de 
hambre? , 
— Oh! Yo la hacía buscar por la policía, S 
—Con gran actividad buscada, se conoce, cuando no 
dió con ella en la vía pública, donde pedía limosna, 
: Desengáñate, Dorotea. Sobre nuestra hija tiene mil 
veces más derecho quien la sacó de la miseria, que los 
que con nuestro abandono y nuestra inactividad, la sumi.- 
mos en ella. 
Es terrible tener que confesarlo: padres como noso- 
tros, merecen, como nosotros también, que los desconoz- 
Can sus hijos. 
El hijo abandonado, es una planta parásita que se 
Abraza al primero que le ofrece apoyo y cariño.
	        
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