Full text: Tomo primero (001)

1066 LOS ÁNGELES DEL ARROYO 
Sólo un trineo seguía constantemente aquel tren, aco- 
modando el paso de su caballo a los del «charavat» que 
guiaba la joven. 
Aquel trineo iba regido por un cochero ruso, de larga 
barba y largas melenas, envuelto en un caítan forrado de 
pieles y cubierta la cabeza con un gorro de terciopelo rojo 
forrado de astracán. 
En el asiento, y cubierto por una gran piel de oso 
blanco, de Siberia, hasta las rodillas, y por un inmenso 
abrigo bien forrado de pieles de marta zibelina y guatado 
con plumas de edredón de Islandia, iba medio tendido un 
hombre buen mozo, corpulento, de larga barba rubia como 
su bigote sedoso y rizado, de ojos azules muy claros, nariz 
recta y tipo de gran señor. ¿ 
Los que conocían de pronto a la Golfini ya no extra- 
ñaban la presencia detrás del carruaje de aquel personaje, 
que no era otro sino el alto y poderoso señor Miguel As- 
tragoff, príncipe de Vitelesk, poseedor de un inmenso te- 
rritorio entre el Dnieper y el Duna. 
Sabíase que el príncipe estaba loco por la Golfini, la 
primera actriz trágica de la compañía italiana de la Santo- 
liani d'Aosta, viuda de Vittorio Carioli, el actor trágico 
que acompañaba a su esposa, Emma Santoliani, cuando 
ésta estaba en todo el auge de su renombre artístico. 
ES 
El príncipe había dado orden a su cochero de que con- 
servase la distancia de veinte metros detrás del carruaje de 
la Golfini, quien ni una sola vez se había dignado volver 
la cabeza para mirar a su perseguidor constante.
	        
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