LOS ANGELES DEL ARROYO 1083
¡El príncipe era casado!
*
—¡Qué lástima! —exclamó con cierto tono sarcástico
Emma—. Te veríamos princesa de Vitelesk y señora de
SIervos...
—¡Oh, no! No aspiro a semejante cosa...
—¿Y por qué no? Lola Montes era, no una actriz, sino
una bailarina, y se casó con un gran duque alemán. Es
decir, que fué reina, aunque de unos cuantos miles de
ciudadanos bebedores de cerveza y fumadores de pipa.
Tú, princesa eslava, reinarás sobre algunos siervos...
—Ya no hay siervos en Rusia, Emma, ni príncipes que
se casen con cómicas—dijo María.
—Pues mira... Un príncipe, marido o no, siempre es un
príncipe; y... no seas tonta, que eso más da que quita.
—Ahora hablas así... no sé por qué, porque siempre
me has dicho que la virtud es tan rara en las mujeres de
teatro, que la que por virtuosa se distingue constituye una
novedad fenomenal, que la hace aún más interesante.
—Recuerdo eso que te dije; pero fué para librarte de
caer en la tentación de amar a algún «bambino» miserable
con el apasionamiento con que tomas todas las cosas.
*. ¡Pero un príncipe ruso!...
¡Elbello ideal delas mujeres de teatro y de las madamas
de todas clases!... Ya lo creo, hija, que es una suerte...
—Pues... no sé por qué lo dejas...—repuso María—.
Tú todavía puedes conquistar la Rusia y la Mongolia, y
hasta el Celeste Imperio, mi querida mamá Emma.
—Yo... soy ya vieja para meterme a conquistadora, Lo;
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