LOS ANGELES DEL ARROY) 1085
Marieta, aquella chiquilla abandonada en el torno de la
Inclusa y sustraída por Colás el golfo, su padre adoptivo,
que, al cabo de veinte años, volvía a constituirse en su
protector y guardián desconocido.
+»
Desconocido, sí, porque no era posible reconocer en
él al golfo compañero del colillero el Punta, ni siquiera al
criadito de confianza de la marquesa viuda de Ortruda.
No, no le conoció cuando entró en el escenario, ta-
coneando con sus botas altas de charol de caña arrugada,
que asomaban por bajo el filo de su falda de paño de hilo
de oso, un tejido fuerte y caliente, especial de aquellos
países de nieves y hielos,
Llegóse a Emma, que la dijo con cierto tono de supe-
rioridad:
—Te estamos esperando hace una hora ¡para ensayar.
—¿A mí? ¡Buena gana! Ya sé el «Macbeth» sobre las
puntas de los dedos...
—Pero hace mucho tiempo que no se representa, y hay
partes muevas que no lo han representado nunca.
—¡Oh!, pues que hubiesen prescindido de mí. Bianchi,
LS ] , dl
2 Con quien hago algunas escenas, también sabe su papel
de memoria, y las entradas y salidas.
—Es ensayo general, y para él se necesita que estén
presentes todas las partes.
—Pues aquí está la mía...
—¡Ahl!, no he podido aún—contestó —presentarte a
Nuestro nuevo compaero, también español y madrileño,
Nicolás Expósito.