LOS ÁNGELES DEL ARROYO
—¡Qué ha de parecerme! ]
—Pues es la mejor respuesta que puedo dar a esa carta ¡
que dices has recibiJo, |
—¡Ah, sí!... Aquí está.... toma... lézla, AA
AN María tomó a sú vez la carta del principe, |
En lenguaje muy respetuoso, como si fuesz un hom- :
bre libre que se dirigiese a una madre solicitando intervi- ¿
Y, niese con su hija para obtener su permiso para presentar. |
4, se a ela, comenzaba pintándole su pasión por María, a la
Ñ que prometía hacer feliz si correspondía a su amor. j
: E Naturalmente no hablaba n2da de casamiento, puesto |
1 que todo el mundo sabía que el príncipa de Vi:cle.k esta» y
1 b2 casado con Alex1ndrina Ponia ki. E,
Mi Pero ofrecíale una magrífica residencia en Smo'er-k, 4
pe a cien verstas de Vitcle:k y en la margen derecha del E
E Dricfer. E
18 e.”
a
1 —Vamos..., ¿qué te parece eso?—le preguntó Emma a
E María.
-—Pues... me parece lo mismo que antes de lecr la
. Carta. '
—¿Q:é?
—Una indiznidad. - S
Tomo |