1272 LOS ANGELES DEL ARROYO
co hombre que había amado, a quien entregó con su co-
razón su honor y su felicidad tan maltratados, y habiendo
vivido consagrada a su hijo trabajando noche y día para
poder educarle y darle una carrera.
En aquella lucha de veinte años hasta ver a su Víctor
revalidado de doctor, había encanecido y gastado sus fuer-
zas, aunque conservando su belleza.
Cuando conoció a Ramón María Narvález, éste pasa-
ba por un empleado de Hacienda de corto sueldo.
Ella, confiada al cuidado de una tía suya, una loca,
que la dejaba sola en su casa para irse a los teatros a la
cazuela de mujeres, porque tenía pasióff por la dramática,
Jió crédito a las promesas del supuesto empleado y con-
fióse a él con la esperanza de que la haría su esposa.
Pero cuando vió el resultado de su imprudencia y de
su infame engaño, aterróse y se apresuró a casarse con la
mujer que le habían destinado y a la cual no amaba y ape-
nas conocía.
Elena supo al mismo tiempo la noticia de su abando-
no y la calidad de su seductor.
Elena salió de Madrid y fué a refuriarse en casa de
unos parientes de madre que tenía en Zamora, a quienes
confesó su estado y desengaño.
Los parientes tuvieron compasión de aquella niña,
porque tal parecía a los dieciséis años, y la ampararon
hasta que dió a luz, sin querer confesar Elena quién