1276 LOS ÁNGELES DEL ARROYO
Esperó Víctor que tal vez Dorotea lograse por las
súplicas y las lágrimas que la Santoliani y Carioli accedie-
sen a devolverla su hija.
Péro el mal éxito de la empresa de Dorotea le desani-
mó pata int.ntarla también él, y sólo se concretó a ase-
gurar a su hija el porvenir con aquellos veinticinco mil
duros que eran las dos terceras partes de la pequeña for-
tuna que Víctor había podido. reunir en los pocos años
que ejercía la carrera.
- En los d>ce años siguientes, al aumentar su fama,
aumentó, no sólo en cantidad, sino en calidad su clientela,
y.su consultorio, gratuito para los pobres, y caro para los
ricos, fué un manantial inagotable de oro.
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1 Wíctor, en aquellos doce años, había hecho una fortu-
na de seis u ocho millones, y cuando volvemos a encon-
trarle estaba a punto de retirarse de la carrera, dejando
únicamente abierto su consultorio para pobres,
'HHabíase concretado, después de muerta Dorotea,
amar y cuidar de su madre, por la que sentía una profun-
da pasión a medida que la edad le había ido haciendo
apreciar más cada vez todo lo que valía aquella heroica
mujer, a quien todo lo debía, desde la vida hasta la for-
tuna, que él había sabido conquistar con los elementos
qué' su madre le había suministrado.
«Entonces compró aquel hotelito recién construído y
que nadie había aún habitado, con un pequeño jardín, en
el Gue-su Madre pudiera satisfacer su pasión por las flores