1314 LOS ANGELES DEL ARROYO
PP. a o ed
No, no... ¿A qué hacer público lo que tan reducido
número de personas sabe?
—¡Pero don Víctor!..., usted no tiene presente que se
trata de la conservación de un título...
—¡De un título!
—De un título nobiliario que de derecho le correspon-
de a usted.
—¡Ah! ¡Un título de duque... cuyo blasón en otro tiem»
po hubiera añadido un cuartel con la barra de bastardíal
¿Es así como quiere que honre yo ese lítulo?
—Un título que lleva aparejado una gran fortuna...
—No me hace falta fortuna ni título.
Mire us'ed el que constitu, e mi orgullo...
Ese... ese que hay en ese marco y que debo a esta
santa, a esta madre de mi alma—dijo Víctor abrazando
con un brazo a su madre y estrechándola sobre su pecho,
al mismo tiempo que señalaba con su diestra el título de
doctor que figuraba en un magnífico marco de ébano y
oro, sobre el sillón de su mesa de despacho.
e
Doña Elena, con los ojos llenos de lágrimas y con la
sonrisa de la «alegría triste», que reflejaba su hermoso y
venerable rostro, abrazó a Víctor, diciéndole:
—¿Por qué te has de sacrificar por mí, hijo mío?
¿Por qué has de rehusar una fortuna y un título que
son tuyos por derecho de la sangre?
—¡Un duque bastardo! ¡Qué honra para mí y para til
Vaya, vaya, madre... tu amor hacia mí te impulsa 8
seguir sacrificándote como siempre por tu hijo,