1344 LOS ANGELES DEL ARROYO
—¡Oh! ¡Sí!..
—¡Por un sombrero apabullado!
—Es un insulto a quien lo lleva.
—Más insulto es el que infiere el que no se lo quita al
nombrar a María Golfini, a la hija de los Golfos.
Los dos rusos se miraron estupefactos.
No había entrado en Rusia aún la frase que designa
modernamente a los hijos del arroyo, los niños pobres va-
gabundos, y aquello de hija de los Golfos no era ya ruso,
sino griego para aquellos moscovitas.
—-En una palabra dijo Colás resuelto a divertirse con
aquellos dos súbditos del autócrata Czar—: ¿pretendéis
llevarnos al principe y a mí a batirnos por un sombrero
abollado?
—No por el sombrero...
—No, no; es que yo estoy dispuesto a comprarle otro,
—El príncipe tiene diez.
—¡Ah! Pues entonces, ¿para qué pide otro?
- ¿El?
-—5Í.
—¿Cómo otro?
—¿No es una satisfacción la que exige?
—Sí.
—¿Pues qué más satisfacción que estrenar un sombrero?
—Caballero... os estáis burlando hace tiempo de nos-
otros —dijo el coracero.