Full text: Tomo primero (001)

LOS ÁNGELES DEL ARROYO 1381 
Yo adoro ese país, donde hay en cada lugar culto un 
convento, y en cada capital más conventos, iglesias y ca- 
pillas, que escuelas; donde se viaja aún en galeras o dili- 
gencia con escopeteros, y donde las señoritas bailan el 
bolero, y la cachucha, y el ¡olél, y las mujeres casadas 
salen con dueña, y las solteras con rodrigón. 
— Señora... a usted la han descrito la España del siglo 
XVI O XVII... 
—No, no... Yo he leído en periódicos españoles, por- 
que... hablo el español (y la condesa empezó a hablarme 
en nuestro idioma) y he visto en él todo eso bien definido. 
En uno de ellos hablaba un articulista de la feria de Se- 
villa, donde las señoritas bailaban sevillanas, y el jolél, y 
los panaderos; después hablaba de una corrida de toros, 
de la que salieron heridos un picador y un espada. 
Después, otros periódicos de otra fecha, no lejana de 
esa, hablaban de las procesivnes con penitentes, como en 
tiempos de la Inquisición. 
En otros sueltos daba noticias de dos muertes en una 
taberna, producidas por las navajas. ¡Oh!, la navaja, que 
llevan hasta las mujeres en la liga... 
No, no lo niegue usted, porque el gran Alejandro 
Dumas ha visto reñir a señoras de la aristocracia con las 
navajas, que sacaron de sus ligas, y con la mantilla blan- 
ca reliada al brazo a guisa de adarga... 
—Señora condesa, esa es una España fantástica; puede 
usted estar segura de ello. 
—¿Que no es cierto que allí se ven por la calle más 
curas y frailes que seglares? 
—En algunos puntos casi ocurre eso, especialmente en 
y 
ÁÑÁÁA-AÓÁÁ AA A —_—___qA A AAA
	        
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