¡OS ANGELES DEL ARROYO 1449
arman con el zapato y le ponen a cualquiera la cara como
una tomatera en fiuto.
de
El príncipe no entendía acuella jerga chulesca del an-
tiguo golfo, porque los chistes sólo resuitan cuando se
dicen en el idioma o dialect:. que se domina mucho.
Pero sí entendió algo de que las mujeres zapateaban
la cara de los atrevidos, y dijo:
—Yo tengo mucho gusto en que la señorita Golfini me
pegue con un zapatto en la cara o donde ella quiera.
Pero usted con la navaja...
—Ya le dije a usted que podía escoger entre la navaja
o el cañón.
—En Rusia no se estila eso de batirse a cañonazos.
—En mi tierra sí.
—¿Ha sido usted artillero?
—Sí, señor; miliciano nacional de artillería rodada, ba-
tallón de la golfería, batería núm. 14, acuartelado en el
Rastro y en las Américas. y que pasaba lista en la calle de
Embajadores y tomaba el rancho en la plaza de San Mar-
cial, en el cuartel de San Gil, en el de la Montaña o en el
del Conde Duque y en lus Docks.
El príncipe se encogió de hombros y siguió no enten-
diendo.
—Pero—dijo—vamos a cuentas,
—¿Qué cuentas?
—¿Usted ama a la señorita María Golfini?
—Ya lo creo. Como que es mi hija y, como quien dice
Tomo Il 182