LOS ANGELES DEL ARROYO 139
—(JYue valen uno con otro, una peseta.
—¡Rediez! ¡Una peseta! Eso vale cada manta, y los col;
chones bien tendrán un cuarto de arroba de lana. ]
—De borra... Mira lo que .sale por ese agujero... Son
colchones del año del hambre, y por eso se quedaron tan
flacos...
-—¿Cuánto da usted?
—Pos mira... pa no robaros, os daré tres pesetas por
todo el ajuar.
—;¡Tres pesetas! ¡Vaya, lárguese usted a Sierra Morena,
que allí puede usted hacer mu gúenos negocios desvali-
jando viajeros!
—Pues, nene, ¿cuánto queréis por:todo?
—Lo menos cuatro duros.
—No hacemos ná. ¡Con Dios!
—Vaya, ¿qué da usted?
—Pues pa que no sea ni la mía ri l: tuya, cuatro peste
tas y media.
—Cinco.
—Cuatro y media,
—Váyase usted. Llamaremos a otro,
—No riñamos por diecisiete cuartos, hombre, Yo salgo
robao; pero vaya por otras veces que soy yo el que robo;
toma ese chulé y trato hecho,
—¿Trae usted el carrillo?
—Mi muchacho ha venido con él detrás de nos:
otros,
—Ea, pues a cargar y... ¡jórrio)
El tío Desperdicios sacó. uno detrás de otro aque-
llos míseros bártulos y los cargó en el carrillo, yéndose
)