Full text: Tomo primero (001)

LOS ANGELES DEL ARROYO 1499 
—Pero Alejandra no puede abrir la del hotel, cuya ila- 
ve tiene el portero. 
—Pero sí las ventanas de sus habitaciones bajas, que 
pueden fácilmente escalarse con auxilio de los bancos que 
hay debajo de ellas, y que parecen puestos allí a propó- 
sito como escalas del amor. 
La gran duquesa se levantó del lecho, y después de 
calzarse, se envolvió en su bata de abrigo. 
—¿Dónde vas?—la preguntó el duque. 
—A ver'si es cierto lo que aún creo que ha fingido tu 
imaginación. 
—¿Y cómo? ¿Vas a cometer la imprudencia de llamar 
a las puertas del departamento de tu hija? 
—No puedo creer que eso sea verdad. 
—¿Por qué, Olga? Lo que es que Alejandra ha muda- 
do de táctica y nos oculta sus amores con algún señor de 
la corte, seguramente. 
— «¿Gran señor...? 
-—Es natural. 
—Pues... de ser cierto lo qúe has visto, no sería más 
que la corroboración de una sospecha mía. 
—¿De qué? 
—Hace tiempo que vengo observando a Alejandra, y 
he creído verla preocupada y triste. ' 
Pero de tres días a esta parte, noto en ella una alegría 
febril, nerviosa, una movilidad extraordinaria, como si 
hubiese adquirido una nueva vida
	        
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