2554 LOS ÁNGELES. DEL ARROYO
—Quárdelos hasta: que ajustemos cuentas a la vuelta,
—Está bien.
—¿Lo tendré a las doce?
—Sí, señor.
—Pague, usted el, embarque y pasaje del caballo hasta
Torrejón,, y ya, liquidaremos.
T¿Galápago?
—Galápago, con correas para maletín de grupa.
— Muay, bien. ¿Su nombre?
— Eduardo Santolalla.
+— ¿Residencia?
"Madrid, Hortaleza, núm..., entresuelo. Aquí tiene mi
cédula.
—No es preciso. Tiene usted tipo de persona muy de-
cente.
—Cuento con la exactitud,
'—Son las once: dentro de tres cuartos de hora estará el
caballo en la estación, y en cuanto llegue el tren se embar-
cará ensitlado ya.
—Perfectamente,
— Alí el mozo le dará el talón.
Muy bien; quede con Dios,
—El le guarde.
E
A las doce. menos minutos, Eduardo subía a un depar-
tamento de primera, después de asegurarse de que el cas
ballo iba en el furgón de cuadra, de recibir el talón de em-
barque y colocar el maletín a la grupa de aquél.