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CAPÍTULO XXXIV
Una estocada especial
'N verdadero noble de antiguo cuño era el
conde del Salto, don Germán de la Cueva.
Había sido en sus mocedades un hombre
de 28) irresistible para las mujeres y temible para
pes ber, y tenía el cuerpo acribillado a estocadas y
balazos, recibidos en sus veinte o treinta desafíos.
No había sido, sin embargo, un matón pendenciero y
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-provocativo, pero sí con una epidermis tan fina, que el
menor arañazo habíale castigado, o con alguna estocada,
bien dada o bien recibida, y algún que otro tiro, igual-
mente recibido o dado.
Uno de esos caracteres que no sufren la menor des”
cortesía ni toleran una injuria propia o ajena, recaída en
una persona querida o débil.
Había educado a su hijo Estanislao en la religión
fanática del honor, y el hijo, que heredó “el carácter de