LOS ANGELES DEL ARROYO 481
Los gritos, las risas y el pataleo, cortaron la escena
Oportunamente, para que pudiera verificarse la mutación
Y aparecer la celda del franciscano, y don Alvaro de ro-
Villas, orando.
Pero desbordóse el griterío cuando en dicha escena,
después de decir desde dentro Melitón:
: Padre, padre...
Y don Alvaro:
e ¿Qué se ofrece?
Entre, padre Melitón.
Debía decir éste, entrando:
Padre, aquí os busca un matón
que muy ternejal parece.
Y Ruperto dijo, precipitadamente:
Padre, aquí os busca un mantón
que muy concejal] parece,
— ¡Fuera! —gritaron el secretario y el síndico y cuatro
Concejales del ilustre Ayuntamiento taranconense.
Y el público en masa, siguiendo el ejemplo de sus in-
electuales, aulló fueras tremebundos, con los que con-
Ciuyó la escena, no cesando hasta la entrada de don Al-
9nso, el joven Evaristo, embozado hasta los ojos.
Por fortuna, el hermano Melitón no tenía que salir
Mevamente a escena, y el drama mutilado pudo concluir
ba MÁS graves consecuencias.
.. ..
Quedóse el público murmurando contra el alcalde,
Que les había llevado tan infame compañía.
ero la ola humana se aplacó al sonar nuevamente los
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