538 yá LOS ANGELES. DEL -ARROYO
>Estoy indispuesto y me es imposible ir a ponerme a 4
sus órdenes, llevando en mi. compañía a quién debe refe- A
rirla lo que mucho deseará saber,
b. S. p.,
>»Eduardo Santolalla. »
En otro papel escribió:
«Que den de almorzar a esos niños y que no se vayan.
> Tú, ve a llevar esta carta a su destino.»
Encerró la carta en un sobre y se la entregó a Daniel,
haciéndole señas que no dijese nada de su herida a la
marquesa,
Después se quedó aletargado.
+
Una hora después de recibida la carta de Eduardo por
la marquesa, ésta se hacía conducir en su berlina a casa
de aquél.
Daniel la introdujo en el gabinete.
—¿Qué es esto, amigo mio?—exclamó Dorotea estu-
pei..cta al ver vendado el rostro de Eduardo y la gran pa-
lidez de sus mejillas.
Eduardo sonrió sin contestar, indicándola por señas
que no podía hablar. |
Volvióse la marquesa nacia Daniel y le preguntó: |
... Está herido, ¿no es eso?
—Sí, señora.
¿Un duelo...
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