LOS ANGELES DEL ARROYO 573
do PARÓN O eri
las paredes y suelos or los que andaba a gatas un chi.
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uelo de ocho o diez meses, sin más vestidos que una
Camisilla y una faja bastante mugrientas,
E
La Manuela abrió de par en par una salilla con un
balcón a la plaza y que, no obstante, aparecía con una
claridad dudosa, debido a la intransparencia de los crista-
les, los unos reemplazados por papeles de periódicos pe-
gados con obleas, y los otros color de agua sucia, a fuer-
za de capas de polvo caído sobre las humedades de la
lluvia y del levante.
Un olor nauseabundo a cincuenta cosas mal olientes
-Fetinidas en un «bouquet» de porquería, desprendíase de
la estera de esparto medio podrida, de los muebles roño.
SOS y de una alcoba próxima que parecía un foco de in-
tección: tal vaho de suciedad salía de ella,
. El mobiliario, no pobre, sino sórdido, se componía de
Un sofá de reps verde, que amarilleaba, como las hojas
En otoño, gracias al polvo que lo cubría; seis sillones de la
Misma clase, algunos con medio respaldo y otros con
Lalta de alguna pata; una mesa consola antiquísima, de
“aoba, con dos Hloreros adornados con flores de trapo y
de talco, y, sobre la mesa, un espejo de marco negro, ro-
HZO por algunos lados, y de luna que parecía de hojade-
lata más que de cristal azogado,
. “OMprendíase que la señora Manuela debía ser un
Primer premio en porque; ía, en un concurso de personas
Sucias,
—Siéntense, siéntense —dijo a las dos señoras, que se