LOS ÁNGELES DEL ARROYO
s a
ya sepas bien leer, escribir y contar, entrarás:en una es-
cuela de comercio, para que aprendas contabilidad y todo
lo que necesitas para ser un comerciante como deseas. ¿Te
parece bien, Coláse
—A mí me parece bien lo que baga la señora.
—Pues quedamos en eso.
Dorotea oprimió el botón de un timbre eléctrico, y
acudió Mariana.
—Mira—la dijo—, este muchacho quedará en el hotel
a mi inmediato servicio. Dirás a Blas que vaya a casa de
mi sastre, el que hace las libreas a mis criados, y le diga
que verga, para que yo le dé instrucciones de cómo quie-
ro vestir a Colás, que no sea de librea ni de groom... Un
traje especial que yo le indicaré. Ahora, haz que le prepa-
ren un cuarto para él solo, separado de los criados y con
buena luz para que pueda estudiar y escribir. Tú ya me
comprendes, ¿verdad?
—Sí, señora.
—Comerá con el mayordomo y el ama de gobierno y
contigo, que coméis aparte en el comedor chico, y nadie .
dispondrá de él sino yo, ¿entiendes?
—Sí, señora.
—Bien, pues lévatele e instálale en su cuarto, y cuan-
do ya teriga sus trajes como yo deseo, le informaré delo
que tiene que hacer. Anda, Colás, anda con Mariana y no
- tengas cuidado, que no descuidaré nada de lo que te he
prometido.
—El caso es que...