624 LOS ÁNGELES DEL ARROYO
Pero las declaraciones todas revelaban que el niño
muerto no era el hijo de su sobrino, y, al fin, tuvo que
confesar que había abandonado al niño sin recordar dón-
de, sustituyéndole por aquel cadáver ingeniosamente pre-
parado para:el caso que premeditiba,
Pero fué imposible averiguar quién y dónde le habían
recogido.
Antolín juraba que vivías, pero que no podía dar dato
alguno del lugar en que te dejó, porque desconocía Ma-
drid fuera del centro.
Sólo confesó haberse llevado tu sombrero para hacer-
lo figurar en la catástrofe, mas temió llamar la atención :
llevando aquel sombrero de niño en la mano, y lo arrojó
en un rincón al lado de una iglesia,
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Elevada la causa a plenario, cuatro meses después ce-
-lebróse la vista, y Antolín fué condenado a cinco años de
presidio, y su cómplice, el sepulturero, por profanador de $
cadáveres y cómp'ice en un delito cuyo alcance no había [|
comprendido, a dos años de presidio correccional e inhdr
bilitación perpetua para ejercer el oficio de sepu'turero eM
todo el reino. :
Y como no había dato alguno que denotase que ht"
bieses muerto, tus padres continuaron disfrutando del [|
fortuna de su tío.
“Algún tiempo después, Antolín enfermó graveinelr
te en el presidio, y previendo su muerte y temiendo las
penas eternas, pues era tan supersticioso como malva”
do, como todos los malvados lo son, hizo pedir perdón: